Un yerno asombroso romance Capítulo 10

Tanto Salvador como José agrandaron los ojos y se quedaron boquiabiertos de asombro al ver a Guillermo, quien era una persona importante, arrodillarse frente a otro hombre. Esta vez, Mateo le había hecho un gran favor.

—Señor Navarro, no tiene que agradecerme —Mateo agitó sus manos y continuó—. Como un curador, me preocupo por mis pacientes como si fueran mis hijos. Solo estoy haciendo lo que debo hacer, así que por favor no se preocupe por ello. Pero, a decir verdad, sí necesito pedirle un gran favor.

—Señor Lara, ¡por favor dígame! —Guillermo insistió enseguida—. Le ayudaré sin importar lo que me pida, ¡a pesar de lo peligroso y difícil que sea!

—No es la gran cosa, solo espero que pueda mantener en secreto todo lo que sucedió hoy —Mateo continuó en voz baja—. Prefiero vivir una vida más privada.

Guillermo se quedó atónito por un segundo y después entendió a lo que se refería.

—Entendido. Escuchen todos, ¡nadie puede decir nada sobre lo que pasó el día de hoy!

Los hombres que estaban al lado de Guillermo asintieron frenéticamente. ¿Quién tenía las agallas de desobedecer sus instrucciones que eran tan sagradas como el decreto de un emperador?

Luego de eso, Mateo preparó una nueva receta para la señorita Navarro.

—Aunque la señorita Navarro recuperó la consciencia, su cuerpo sigue estando muy débil después de estar en coma por un año. Además, su enfermedad subyacente va a ralentizar su proceso de recuperación. Esta prescripción le ayudará a recuperar su vitalidad y dentro de 2 semanas, estará completamente recuperada. Señor Navarro, por favor llévela conmigo cuando pasen esas 2 semanas y después trataré su enfermedad subyacente.

Guillermo estaba encantado y extendió su mano de inmediato para tomar la prescripción.

—¡Muchas gracias, señor Lara!

En lugar de entregarle la receta a él, Mateo se la dio a José.

—Señor Navarro, se necesita estar entrenado para encargarse medicina porque su efecto será considerablemente diferente si hay un error durante la preparación, así que creo que lo mejor es que el señor Higuera lo haga. Después de todo, él tiene más experiencia en esto.

José se quedó perplejo al escuchar eso. Por fuera, Mateo solo le estaba asignando una tarea, pero en el fondo, era una oportunidad maravillosa para que José estableciera un vínculo con Guillermo. Luego de que la señorita Navarro se recuperara con la ayuda de la medicina preparada por José, era seguro que Guillermo estaría agradecido con él, lo cual no cualquiera podía conseguir. Guillermo asintió de inmediato y dijo:

—Bien, hagamos lo que el señor Lara sugirió. Señor Higuera, contaré con usted para encargarse de la medicina.

—Por supuesto, señor Navarro. ¡Estoy encantado de ayudar! —dijo José de inmediato con ambas manos frente a él.

Después de retirarse de la residencia de Guillermo, Mateo regresó a la farmacia Cárdenas. Ya que todos los signos vitales de Natalia habían vuelto a la normalidad, él decidió llevarla a casa porque no era apropiado que siguiera quedándose ahí. José lo siguió hasta la farmacia e intentó persuadirlo de que se quedara, pero Mateo rechazó su oferta repetidamente y José no tuvo opción más que seguirlo a su casa.

Mateo se estaba quedando en la calle Frost, una zona al norte de Eastcliff que era conocida como barrio bajo en donde principalmente residían obreros. Aunque Mateo vivía con los Coronel, Natalia no tenía permitido vivir con él y sin ninguna otra opción, solo podía rentar un lugar en la calle Frost para ella donde él pudiera quedarse la mayoría del tiempo también. José no pudo evitar sorprenderse al ver los alrededores sucios y desordenados de la zona. Al ser un profesional de medicina tan hábil, él pensó que sería fácil para Mateo ganarse una buena vida con su experiencia y se preguntó por qué se quedaba en una zona tan remota de la ciudad.

En poco tiempo, llegaron a la casa que Mateo alquilaba. Antes de que pudiera poner un piso en el edificio, Mateo notó que todas sus pertenencias estaban tiradas en el piso frente a su puerta. Salió del auto luciendo alarmado justo a tiempo para ver a la arrendadora saliendo de la casa. La arrendadora tenía mala fama por ser cruel e irrazonable; era una persona extremadamente codiciosa quien había puesto a Mateo en varias situaciones difíciles antes.

—Mateo, ¡llegas justo a tiempo! —La arrendadora puso una mano sobre su cintura, apuntó a Mateo con la otra y dijo con ira—. No dejaré que sigas alquilando este lugar. Tus pertenencias están aquí, ¡así que será mejor que saques tus cosas y te largues!

—¿Qué está pasando? —gritó Mateo furioso—. ¡Te pagué el alquiler de este plazo!

—¿Y qué? —La arrendadora levantó la voz y exclamó con repulsión—. ¿Qué no conoces la condición de tu hermana? ¿Cómo voy a rentar este lugar a otra persona en el futuro si ella termina muriendo aquí?

Capítulo 10 Una arrendadora malvada 1

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