Unidos por la abuela romance Capítulo 148

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Con Gerard despertándola, Celestia se sentó y se frotó los ojos inocentemente antes de mirar fijamente a Gerard sin parpadear.

De repente, extendió los brazos y dijo con un brillo en sus hermosos ojos: "Llévame fuera del coche, guapito."

Frunciendo el ceño, Gerard extendió la mano para golpearle la cabeza. Su tono se volvió frío. "Te había advertido. No finjas estar borracha y aprovecharte de mí. Puede que estés intoxicada, pero no estás perdida. Eres consciente de tus acciones."

Celestia era consciente, pero el alcohol la hacía más impulsiva. A pesar de sus múltiples advertencias, Celestia no podía mantener las manos quietas. De ninguna manera un hombre grande como él tenía miedo del acoso de una joven dama. Sería objeto de burla si se corriera la voz.

"Gerard ...", dijo Celestia entre risas, "¿tienes algún problema como el heredero de los Castell?"

Él era más inocente que ella en los asuntos entre hombres y mujeres. Con el alcohol subiendo a su cabeza, Celestia no podía evitar molestarlo.

"¿Qué tipo de problema?"

"O no se te levanta o te gustan los de tu mismo género."

Gerard se puso negro como el carbón.

"Mariaje seguía haciendo de casamentera entre tú y yo. Pensé que para que un hombre estuviera soltero en sus treintas, debía ser feo. Sin embargo, me di cuenta de que estaba equivocada cuando te conocí. No eres feo. De hecho, eres tan lindo.

"Así que estaba pensando si había algo mal contigo..." En medio de las risas, las manos insolentes de Celestia estaban ocupadas acariciando su rostro cincelado. "Gerard, ¿eres un maltratador de esposas? Debería decirte que estoy entrenada en el arte de la autodefensa. Te golpearé si me pones una mano encima.

"Oh, Dios mío. Estoy tentada de besarte en tu hermoso rostro. ¿Qué tal si me das un beso? Vamos. Pucherito..."

Los avances insolentes y la arrogancia de Celestia llevaron a Gerard al límite. Presionándola en el asiento trasero, se alzó sobre ella con su cuerpo musculoso y sujetó sus manos errantes por encima de su cabeza. Luego, inclinó su cabeza y selló sus babosos labios.

¡Bien, se lo demostraría!