Lilia replicó con firmeza: "Hernesto, yo cuido de nuestro hijo todo el día, pero tú solo me ves como una persona inútil que come y gasta dinero innecesariamente. Puedo soportarlo porque quiero darle lo mejor que pueda a mi hijo.
"Pero los hijos de tu hermana no tienen nada que ver conmigo. No son mi responsabilidad. ¡No hay manera de que cuide de sus hijos! No puedo creer que quieras ser tutor legal de ellos. La carga de mantenerlos y educarlos recaería sobre nosotros.
"El título de propiedad no tiene mi nombre, así que es tu problema si quieres transferir la propiedad a tu hermana. También es tu problema si no puedes recuperar la casa. Pero una cosa, deberías devolverme el costo de la renovación antes de poner su nombre en el título.
"No podré recuperar mi dinero cuando la casa sea de ella."
Una sombra de furia se cernió sobre Hernesto.
"Te dije que te daría una asignación extra. ¿No es suficiente? De todos modos, estás en casa con un niño, así que no veo ningún gran problema de añadir otros dos. Los niños mayores de diez años son casi nada pesada. Puedes simplemente ayudarles con su tarea.
"Si crees que mil euros no son suficientes, pondré otros quinientos más. Deberías estar contenta con mil quinientos.
"¿Y qué si la responsabilidad del bienestar y educación de los niños recae sobre nosotros? Son los hijos de mi hermana. Es lo menos que podemos hacer. Confío en mi hermana. Ella me devolverá la casa. ¿Qué quieres decir con el costo de la renovación? Compré la casa con mi dinero. ¿No deberías contribuir con las renovaciones ya que también vives aquí?
"¡Qué atrevimiento el tuyo de pedirme que te reembolse el costo de la renovación! Sueña despierta."
Lilia fulminó con la mirada a su marido.
Su corazón se hundió en el estómago.
La pareja había estado en una relación a largo plazo antes de casarse. Hernesto había sido el novio y marido perfecto hasta dos años después del matrimonio. Ahora, Hernesto solo hacía cosas que le rompían el corazón.
Hernesto solo tomaba partido por sus padres y su hermana.


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