Melissa.
La universidad de Cambridge está a reventar, muchos reporteros y estudiantes se conglomeraban en el auditorio principal donde el escritor Dominic Black se presentará en unos minutos, no he parado de caminar y de hacer tareas que Jeremy me dispuso desde el momento que llegué al auditorio. Ahora mismo tengo un pase que cuelga por mi cuello que les dice a todos, que puedo danzar libremente por todo el lugar.
Jeremy tenía razón, no lo vería casi nunca, y así había sido, me presentó un montón de gente que al cabo de una hora parecían mi familia, todos trabajamos para que se dieran muy bien las cosas y la verdad tenía los nervios de punta cuando estuviera al frente de uno de los autores más famosos del reino unido.
La convención comenzó unos minutos más tardes mientras muchos peleaban por obtener un puesto, nuestro escritor favorito comenzó su discurso y miles de flashes comenzaron a inundar el lugar.
Estaba embelesada por todas las palabras que el hombre decía, parecía que vivió unas doce vidas por su forma de hablar y definitivamente me había distraído de todo lo que debía hacer para mantener un orden.
—¿Qué haces aún aquí? —la voz me pegó un susto increíble.
Giré y quedé de frente con Jeremy quien tenía el signo de interrogación en la cara.
—¡Oh mierda! Ammm lo siento, no quise decir eso —tapé mi boca.
—Melissa, Dominic saldrá en unos minutos por la otra entrada y no puedes hacerle perder el tiempo, estarás con el diez minutos y si tienes suerte responderá a algunas cosas…. Por favor, haz como si fuera una charla normal. Ahora ¡vete ya!
—Sí señor, ya me estoy yendo —dije mientras me apresuraba a ir a lugar donde recibiría al escritor.
Los aplausos inundaron el lugar entonces como dijo Jeremy, Dominic comenzó a salir y yo le ofrecí una botella de agua mineral.
El hombre la recibió mientras asintió y comenzó a caminar muy rápido. Y mis piernas no eran tan largas.
Podía adularlo todo lo que quisiese, pero sabía que no me daría resultado, entonces…
—¿No se ha cansado alguna vez de una obra? —Digo agitada mientras él gira de repente hacia mí bajando el ritmo de su paso, entonces aprovecho para seguir—. Quiero decir, comenzó muy animado y en mitad de la historia sintió que no quería seguirla, aun y cuando las personas tuvieran mucha expectativa.
Dominic rio irónicamente mientras esperó que me pusiera a su lado.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó.
—Melissa River —extendí la mano—. Lo acompañaré unos minutos mientras su asistente viene por usted. Le busqué un cubículo muy cómodo, allí nadie lo molestará.
Él asintió muy contento y se dejó llevar por mí. Una vez estuvimos en la sala donde reposaría, me senté sin hacer ninguna otra pregunta y enviándole una sonrisa.
—Me pasó muchas veces, y es lo peor que te puede pasar como escritor.
—Lo imagino —respondí cautelosa.
—No tienes idea— dijo como recordando algo—. Una de mis historias más vendidas me hizo sufrir hasta más no poder.
Reí.
—Nunca me lo hubiese imaginado, ¿Oscuridad? —pregunté.
—Así es. Ella me sacó canas, estas mismas que tengo en la sien.
Reí otro poco.
—Es una de las mejores que he leído. Aunque partió mi corazón en mil pedazos.
—El mío se partió primero —dijo—. Sin embargo, quedé en blanco cuando iba en mitad de la historia, por supuesto tenía la estructura completa, pero cuando iba a escribir nada salía de mí. En muchos momentos sentí que debía abandonar, no quería salir con algo básico.
—¿Y qué pasó? —pregunté más para mí, que para el trabajo que ahora mismo estaba haciendo con él. Estas preguntas de cierta forma eran claves para la editorial.
—Entonces, me alejé un tiempo, compartí más con mi entorno y me dije a mi mismo, si esto no está haciéndome feliz no tiene sentido. Y escribía solo cuando sentía la necesidad de hacerlo, aunque había mucha presión.
—A veces es necesario… alejarse un poco —dije casi en susurro.
—Necesario y en muchos casos, casi como un salvavidas para sobrevivir.
Los toques en la puerta alertaron al hombre quien se levantó nada más su asistente llegó, hizo un ademán con la mano y yo asentí con una sonrisa.
Pero sus palabras dejaron un hueco profundo en mi corazón, a pesar de que estaba llevando mi vida, estaba trabajando en la editorial de mis sueños, seguía un poco vacía. Esta sensación era muy parecida a una frase triste que leí una vez que expresaba; todo el día hago cosas para llenarme, pero al cerrar mis ojos entiendo que lo que he hecho, es vaciarme más.
Era una escritora que estaba comenzando, y no recordaba su nombre.
Tomé el aire suficiente y me fui del lugar, necesitaba entregarle algunas cosas a Jeremy y relativamente debía esclavizarme a plasmar todo lo que había hablado con Dominic para darle el toque especial, y así, presentárselo a mi jefe.
Salí, coloqué mis cosas y le di una leve explicación al señor William de lo que iba a hacer, su sonrisa amplia me dejaba claro que estaba contento con los resultados y eso fue suficiente para mí.
Cuando ya iba de salida, sentí que el cuerpo se me calentaba cuando vi a Alice Sutton frente a mí, mirándome de arriba abajo.
—¿Melissa? —Preguntó casi para ella.
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