Ven... a Mí romance Capítulo 48

Luc.

—Hermano… ¿Qué ocurre? —preguntó Bruno sentándose horrorizado por mi aspecto, luego de despedirse con el hombre con el que hablaba.

Negué varias veces, no podía pronunciar una palabra en este momento, pero él era mi hermano, y también necesitaba de su ayuda.

—He sido el hijo de puta más grande de este mundo, Bruno… —la voz se me quebró y sabía que sería así. No miré a mi hermano, solo veía un montón de edificios que me hacían sentir ajeno a este lugar.

—¿De qué estás hablando? Me estás preocupando.

—He hecho todo mal pensando que estaba en lo correcto, no sé si tenga tiempo, y oportunidad, pero necesito hacer algo.

—Si fueras más específico podría ayudarte —expuso Bruno confundido, entonces lo miré esta vez.

—Hablo de Melissa, Bruno, de lo que siento por ella, de lo que he hecho todo este tiempo.

Bruno entendió todo a la perfección en el momento en que arrojé las palabras, mis sentimientos no eran ocultos para nadie.

—He visto que cada día se han distanciado más, como también tu actitud fría y muy extraña hacia ella.

Negué varias veces.

—Ni sé por qué he hecho todo esto, aún no entiendo que me pasó. Yo siempre confié ciegamente en ella, siempre le creí todo… estuve a su lado, estuve para ella…

—Entonces… ¿Qué te hizo cambiar de parecer? —preguntó Bruno insistentemente, y al ver que yo no respondía siguió hablando—. ¿Tal vez Sara?, ¿te gusta Sara?

Giré de golpe.

—¿Estás loco? —pregunté asombrado mientras mi hermano se tocaba la mandíbula—. Veo a Sara como a la misma Aroa.

—¿Se lo has dejado claro?

—Por supuesto —respondí de inmediato.

—Hermano —Bruno se incomodó—. Sara es diferente ahora, por Andrés sé que las cosas con ella y su casa no van muy bien.

—Sí, lo sé, creo que Melissa está haciendo algo, por lo que me contó, en realidad nunca hablé con Mell para saber su parte.

—¿Melissa? Nunca escuché queja de Melissa en Andrés —Fruncí el ceño ante sus palabras—. De hecho, todo este tiempo ella ha estado cuidando a Albert, y Sara no ha ido ni un solo día, quizás… Sara no está siendo sincera contigo.

Una presión volvió a mí de golpe.

Esperaba que eso no fuera cierto, porque si Sara estaba detrás de todas las estupideces que había cometido, no la perdonaría nunca. Esperaba que no.

—¿Para cuándo son nuestros vuelos? —pregunté colocándome de pie.

—Para el lunes a primera hora, ya sabes, Sara organizó algo para despejarnos este fin de semana después de la firma de la franquicia.

—Quiero irme hoy, ¿crees que podamos conseguir vuelos a Cambridge en un par de horas? —pregunté nervioso, con la adrenalina a mil y con mucho miedo dentro de mi alma.

—Sería maravilloso, porque justamente hoy, Andrés dijo que estaban celebrando en casa de Mell…

—¿Celebrando? ¿Qué celebran?, Albert aún no puede… —interrumpí.

—Tranquilo —se adelantó Bruno—. Parece que Melissa ha ganado una publicación de su libro y…

—¡No puede ser! —dije exaltado—. Y no estoy ahí… —restregué mis manos en el rostro agitado.

—Sí, creo que ya tienen copias de esas que no se pueden vender, copias de prueba y, ella está que no se la cree.

—Necesitamos encontrar esos vuelos Bruno, ¡ayúdame, por favor!, llama a Sara y dile que nos vamos —dije cortándolo y tomando mi celular para que ambos hiciéramos el trabajo al mismo tiempo.

Nos llevó casi una hora en encontrar tres puestos de último momento, aunque Sara estaba insistiendo en preguntar que había ocurrido, Bruno guardó silencio como se lo pedí.

Nos montamos al avión, y para mi alivio, los puestos estaban separados, tendría tiempo de pensar, pensar mucho en qué carajos iba a hacer para recuperar la confianza de Mell, pensar en qué hacer y cómo actuar, porque estaba totalmente decidido a recuperarla.

El vuelo era agotador, y más porque fue de último momento, debíamos hacer una escala en Londres y luego tomar otro a Cambridge.

Todo ese recorrido nos llevaría al menos 8 horas, y solo pensar que no estaría en esa celebración me jodía la existencia.

No podía pasar a cambiarme, perdería mucho tiempo, así que tendrían que aceptarme en esa casa con todo y maletas, era una locura, pero no tenía de otra. Iría con todo mi aliento, porque iba a recuperar lo que, de forma estúpida, perdí todo este tiempo.

En cuanto a Sara, ya tendría el tiempo para hablar con ella. Mi primer objetivo era Melissa. Y ella tendría que decirme todo su punto.

Esto no sucedería de inmediato, primero tendría que acercarme, y hacerle ver que a pesar de todo quería estar con ella, necesitaba su perdón, y quería que ella volviera mirarme de la manera en que me veía anteriormente.

Estaba estresado hasta el punto de la locura, el viaje fue una tortura, pero la escala de Londres a Cambridge fui muy rápida.

Cuando estábamos en el aeropuerto miré la hora y daban las nueve de la noche, tomé del brazo a Bruno y Sara casi corría para llevar nuestro mismo paso.

—¿A dónde deben ir tan apresurados?, Debemos comer, si quieren vamos…

—No —la frené en seco—. Te irás en un taxi, Sara, Bruno y yo vamos a atender una situación urgente, te llamaré —dije abriendo la puerta de un auto que se ofreció a llevarnos.

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