PDV Teresa
Salí del restaurante y camine lo más rápido que pude, no quería quedarme ni un minutos más en ese lugar.
Estaba molesta y alterada, creo que tenía la adrenalina a 1000% teniendo en cuenta lo que había hecho.
Había golpeado a mi jefe, a mi jefe, el tipo que me sobreexplotaba y me había estado acosando sexualmente desde que había empezado a trabajar para él y debía admitir… que se había sentido muy bien.
Y además de golpearlo, también había tomado mi dinero en su cara mientras él observaba, estaba nerviosa, pero a la vez excitada, no puedo creer que había hecho todo esto.
El hecho de que ahora con el empleo de Tomas ya no necesitaba tener que aceptar cualquier empleo que pudieran darme, me había motivado a hacer eso que hice… también el hecho de tener a Saint, el cual termino por incitar toda esta situación.
Ahora que lo pienso, creo haber dejado a Saint plantado, me había llamado y aun así me fui, que mal, él me defendió de mi jefe, quizás debí esperarlo, aunque no quería continuar nuestra charla sobre lo que hicimos en el club.
No sé si dejar a Saint atrás fue lo correcto o no, me había ayudado pero al mismo tiempo su presencia incomodaba debido a sus preguntas y todo lo demás.
— ¿Qué debería haber hecho? ¿Debí esperarlo? —pensé, mientras cerraba los ojos y continuaba caminando por la calle con mi corazón aun latiendo frenéticamente por lo que había acabado de pasar.
Continúe caminando con los ojos cerrados, hasta que sentí que choque algo.
Abrió los ojos al instante, y puedo ver como una motocicleta cae al suelo… había chocado una moto...
— ¡Mierda! ¡¿Sera que alguien me…?!
— ¡¿Qué estás haciendo maldita zorra?! —me grita un hombre de unos 30 años, el cual está acompañado de una mujer.
Ambos tenían chaquetas negras y se encontraban hablando a poca distancia de mí, obviamente él era el motociclista al cual le pertenecía la moto.
Ambos caminan hacia mí, el motociclista está muy enfadado, me mira fijamente con ojos como si quisiera matarme.
— ¡Maldición! —maldigo en mi mente, mientras pienso en huir, pero el motociclista llega junto a mí y me toma por los hombros.
Es más alto que yo, y más fornido.
Me invade el miedo al instante.
— ¡Maldita zorra! ¡Si dañaste algo en mi moto te aseguro que me lo vas a pagar! —me grita le motociclista mientras me mira y me sacude por los hombres.
Tiene bastante fuerza, mis hombros empiezan a doler.
— ¡Revísala mujer! —grita el motociclista a la mujer que lo acompaña.
La mujer camina hacia adelante, se agacha y empieza a revisar la motocicleta… le empiezo a rezar a Dios por que la moto no se le haya dañado nada… si le daño algo no sé qué me hará el motociclista.
—Por favor, que está intacta —pienso, mientras la mujer revisa la moto con sus ojos.
—Que mal niña, la has averiado —dice la mujer mientras alza la mirada y me ve.
— ¡Maldición! —maldigo, mientras veo a la mujer, la cual me ve con una sonrisa.
— ¡¿Qué le averió?! —grita el motociclista.
— ¿Qué le daño? Pues todo —dice la mujer mientras sonríe.
— ¿Qué? ¿Todo? ¿Cómo puede saber eso? A penas y si la reviso con la mirada, no era una técnica o maquinista, pero sabía que para poder saber si algo estaba dañado se necesitaba darle un revisión a profundidad.
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