Vuelve a casarse: Su ex esposa multimillonaria romance Capítulo 94

"¡No, me metí en problemas! ¡Guadalupe, publicó un tuit!". Luna entró en pánico.

Laia se levantó y se dirigió hacia ella.

No pudo evitar fruncir el ceño cuando vio el pálido rostro de Luna: "¿Qué tuiteo? ¿Por qué estás tan asustada? Tenemos el plan perfecto. Guadalupe no puede probar su inocencia, incluso si...".

Antes de que terminara de hablar, una fría voz masculina provino desde la puerta: "¿Incluso sí?".

Laia tembló cuando escuchó las palabras de Aritz: "Sr. Ávila, ¿está aquí para visitar a Luna?".

Trató de mantener la calma, pero cuando encontró la mirada de Aritz, Laia tuvo miedo: "¡Saldré a tomar aire fresco!".

Tras decir esto, Laia salió corriendo de la sala como si estuviera escapando.

Si Aritz la enviaba nuevamente al extranjero, ¡no podría regresar por el resto de su vida!

Laia no era así de estúpida. Manuel estaba muerto, pero a ella aún le quedaban unas pocas décadas de buena vida.

Aritz no le prestó atención a Laia. Justo había recibido una llamada de Vicente, diciendo que él y Luna estaban nuevamente en el tema popular.

Guadalupe había publicado la grabación, probando que no dijo ni una palabra.

Aritz comprendió que había sido engañado.

Había pensado que Luna era la inocente e ingenua chica como había sido antes, pero parecía que era mucho más fraudulenta de lo que había pensado.

"¿Qué quieres?", preguntó Aritz.

Después de tantos años, sabía que no sentía nada por Luna, pero ella le salvó la vida.

Cuando Luna escuchó esto, su rostro palideció aún más: "Aritz, no es así. Escúchame, yo sólo...".

"Luna, ¿parezco un tonto?".

Tal vez Aritz creía en ella al principio. Después de todo, Guadalupe lo amaba mucho, y había admitido que no quería dejarle al lado.

Sin embargo, Guadalupe había sido su esposa por tres años, así que en cierto sentido la conocía.

Aritz pensó que Guadalupe era tanto estúpida como inteligente a la vez.

Los chismes no eran nada. Si fuera inteligente, debió pedirle una compensación.

Pero ahora él comprendía. Como una chica nacida en la noble familia Aranda, era lo suficientemente orgullosa para no hacerlo.

Luna aún quería decir algo, pero se detuvo cuando se encontró con los dorados ojos de Aritz, los cuales parecían ver a través de ella.

Luna se puso rígida y frunció los labios con culpabilidad.

Aritz la miró y preguntó nuevamente: "Dime, ¿qué es lo que quieres? Haré todo lo posible para satisfacerte".

"¿Cualquier cosa?".