Si no, se podía arruinó toda la vida por un impulso.
Esta mujer le saboteó por su alto perfil. Pensando que era una cosa grandiosa por llevar ropa de ciento y picos euros.
Y ahora se le jodió la vida totalmente.
Alain insistió en la decisión que había tomado antes.
La mujer se moría de pánico, no podía imaginar cómo sería su vida sin tener la mano.
«No, no, no…No podía perder mi mano. Pero toda esta gente parecía tan horrible».
A lo mejor por el miedo, le generó una fuerza increíble adentro. Ella se escapó de las manos de los guardaespaldas, era tan rápido hasta que los guardaespaldas habían dado cuenta.
La mujer se tiró a Cynthia.
Alain pensaba que ella quiso hacer daño a Cynthia. Entonces saltó y dio una patada a la mujer. Ella chocó con un árbol. Por el choque, el árbol sacudía mucho.
Alain se fastidió y vituperó a sus guardaespaldas:
—¡Qué inútiles sois! ¿No podéis ni siquiera engarrafar una mujer?
A la mujer le dio tos intensamente, y dijo con dificultad:
—No me atrevo hacer daño a ella, ni siquiera tengo la idea.
Ella miró a Cynthia suplicando:
—Somos mujeres. ¿Me podrías echar una mano?
Cynthia tenía un rostro sombrío. Ella no era una persona despiadada, sino que esa mujer pisó a su límite.
Siendo madre, se culpó por no había protegido bien a sus hijos, y a las personas que hicieron daños a sus hijos, ella no podía dejarlo atrás fácilmente.
Ella no era una santa, sino una persona normal. Era una madre, como cualquier madre del mundo.
—Mi hija solo tenía cinco años. Desde que nació, nunca le había pegado, ni siquiera le había regañado. ¿Cómo te atreves hacerle daño?
Cynthia dijo furiosamente.
—Aunque tu error no era tan grave para cortar a tu mano, debería haber alguien que te pudiera dar una lección.
La mujer se quedó quieta. Esas palabras la dejaron muda.
Cynthia tenía Alessia en brazo, ella no quería que la niña viera este violente escena, y dijo a la ligera:
—Me subo al coche.
Alain asintió.
—Espera.
Al dar un paso, la niña que estaba en su brazo miró a su mamá, dijo:
—Mamá, me enseñas que deberíamos ser tolerancia con los demás, ¿sí?
Cynthia asintió ligeramente. Que sí, era verdad que se le había dicho eso.
Todo el mundo no debería ser como un perro con un hueso, tenía que ser indulgente con los demás.
Pero en ese instante, ella no podía cumplir su palabra. Ella era una madre. Al ver que a su hija alguien le dio una bofetada en la cara, no podía estar en calma. Era comprensible que había llenado de culpa y remordimiento, y el enojo le había controlado.
Alessia miró a la mujer que estaba sentada en suelo, dijo:
—¿Ya te reconoces tu error?
La tolerancia de la niña la eclipsó, ella se burló de sí misma, dijo:
—Me ha equivocado, ahora veo como realmente es la gente de mi alrededor.
Ella siempre había vivido en los halagos que le tejió por su marido. Esta vez con todo lo que pasó, a su marido le reveló su verdadero rostro. Cuando enfrentar a la gente rica y poderosa, se convirtió a un cobarde. Se marchó inmediatamente, la dejó sola aquí, y encima se sentía avergonzado de ella.
Alessia suspiró, se sentía pena por esa mujer.
—Mamá, Papá, lo dejamos así. Ya no me duele la cara.
Alain abrazó a su hija. Su cara estaba roja, y todavía se veía la huella dactilar claramente. Él quería acariciar la cara de su hija, pero tenía miedo de que si le pudiera hacer daño de nuevo. Al final, la acarició a su frente. Y se sintió que su hija tenía un corazón de oro.
Pero no solo los ángeles vivían en este mundo
—¿Estás segura?
Le preguntó a su hija con voz suave.
La niña asintió.
—Sí, mamá también dice que es más importante perdonar que pelear. Hay que aprender a perdonar para ser feliz.
—¿Qué más te ha enseñado tu mamá?
Preguntó Alain frunciendo el ceño.
—Si yo no lastimo a nadie, nadie me lastimará, y si me lastima, le lastimará el doble.
Álex le interrumpió.
—Mamá solo te ha dicho eso a ti, pero a mí no.
Cynthia educaba a los niños de diferentes maneras. A la niña, la colmaba con mucho amor para que cuando fuera mayor, podría ser una mujer noble y sabio.
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