Después de entrar a la tienda, alguien se acercó a recibir, la dependienta no hizo ninguna presentación de esta marca, porque casi todos la conocían y no había necesidad de más explicaciones.
—¿Quiere echar un vistazo a los modelos nuevos?
La dependienta tenía una sonrisa adecuada en su rostro, llevaba un traje negro, como todos los dependientes de la tienda. Dado que estaban bien formados, hablaban de manera cortés, con mucho respeto.
No insistían en las ventas, solo hacían una breve introducción.
Cynthia sabía muy bien que los nuevos modelos eran de precios altos, no importaba el producto que fuera, los nuevos modelos siempre eran los más caros.
—No hace...
—Echemos un vistazo.
Antes de que Cynthia pudiera terminar sus palabras, Alain la interrumpió.
La dependienta los condujo hasta la vitrina del interior y le mostró a Cynthia el último modelo que sacó de la estante independiente.
—Ya sabe el estilo y la calidad de nuestra firma. Este nuevo modelo es realmente muy adecuado para usted. El color es muy combinable con todo. Pero lo mejor es que tenemos varios colores para elegir. Creo que el negro y rosa son los que más le conviene.
Cynthia lo tocó. La piel era suave, el diseño era simple y generoso, no había cargas innecesarias. El diseño de la cremallera llevaba borlas, lo que agregaba un toque de divertido a la simplicidad, para no parecer tan aburrido.
—Teniendo en cuenta que es tan joven, el color rosa va acorde con su temperamento.
La dependienta realmente pensaba que este color pegaba con Cynthia. Si no estuviera embarazada, la gente pensaría que todavía era una estudiante universitaria. Por eso pensaba que le quedaba mejor los tonos dulces como el rosa.
A Cynthia no le gustó mucho el color que presentó la dependienta, le gustaba más el negro y el azul, que era más versátil.
—Este realmente le queda genial.
La dependienta recomendaba sinceramente.
Cynthia agitó la mano.
—Echaré un vistazo al resto.
—Pero creo que le gusta mucho.
Dijo la dependienta con una sonrisa.
Cynthia quería mirar otros estilos, pero Alain le dijo a la dependienta:
—Ponme los dos.
Cynthia miró a Alain, frunció el ceño y preguntó:
—¿Por qué compras tanto? Tampoco es que tengo negocios de bolsos.
—Te lo puedes poner turnando.
Alain notó que a ella le gustaba el negro y azul, pero el negro y rosa que le recomendaba la dependienta también le quedaba genial a Cynthia, le hacía lucir más joven.
La dependienta sonrió y dijo «de acuerdo».
—Ahora se lo preparo.
Dijo la dependienta llevándose los dos bolsos a la caja. Cynthia agarró a Alain por el cuello y lo atrajo hacia ella.
—Esta no es la manera de gastar el dinero. Aunque me guste, pero con uno basta...
Alain se había inclinado demasiado por su agarre, apoyándose de la fuerza que hacía Cynthia, se agachó un poco más, su rostro casi tocaba su pecho, luego susurró:
—Quiero comprártelos.
Las dos dependientas estaban mirando hacia ellos desde la caja mientras susurraban con las personas del costado:
—¿Es el presidente del Grupo Superior que sale mucho en el canal financiero?
—Pues claro que sí. Tampoco es que tenga hermanos gemelos.
Estaban un poco frustradas a la vez de envidiosas.
—Qué suerte tiene esa mujer, mira lo generoso que es ese hombre.
La que estaba atendiendo antes asintió con la cabeza.
—Sí, a la mujer solo le gustaba uno, pero como el hombre es rico, directamente dijo que le preparara los dos. ¿Por qué Dios es tan injusto? No solo le ha dado la capacidad de ganar dinero, sino también le ha dado una cara hermosa. Luego están algunos hombres incompetentes que encima son feos. Todos son humanos, pero la diferencia es realmente grande.
Su compañera respondió:
—Sí, míralo, es un millonario, pero no se lo tiene creído delante de su chica.
La dependienta hizo una pausa antes de mirarla con envidia.
—Esta mujer debería haber salvado a toda la galaxia en su vida anterior, por eso en esta vida Dios le ha dado un hombre tan perfecto.
El mayor encanto de un hombre era mimar a su mujer. Un hombre guapo y rico que mima a su mujer sin ninguna presunción era sin duda encantador.
Por su lado, Cynthia no se dio cuenta de sus susurros y estaba discutiendo con Alain.
—¿Entiendes que ahorrar es una virtud?
Alain se quedó mirándola durante unos minutos mientras ella lo agarraba, luego sonrió de manera perezosa.
—¿No te duelen los ojos por mirarme así?
Cynthia puso los ojos en blanco en silencio y soltó su mano. Alain se enderezó y alisó el escote que había sido agarrado, se rio al lado de su oreja y dijo con una voz muy suave que solo ella podía oír:
—De regreso, no me lo pondré para ti.
Cynthia maldijo en su mente, «Descarado, ¡quién quiere que te lo pongas!».
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