Cuando abrió la puerta del cuarto de estudio, ella vio en seguida una sombra antes de la mesa.
Había una luz blanca encendida en la. habitación, estuvo muy tranquila. Se colocó una mesa grande en el centro de la habitación ancha.
Había los pinceles chinos encima, a Alejandro le gustó practicar la caligrafía china.
Y ahora esa persona que siempre escribió antes de la mesa con el pincel no estuvo más.
Cynthia caminó hacía allí, la tinta en el tintero chino estuvo seca, había una aromaticidad ligera de tinta en el aire. Ella miró hacía el hombre que se sentó enfrente de la mesa. Dudó varias veces y no supo cómo empezó a hablar con él. Caminó allí y lo abrazó.
Pasó por largo tiempo, ella dijo en voz ronca, —Vendrá gente después de almanecer, tienes que ajustar tu emoción cuánto antes posible.
Alain miró todo en la habitación, se sintió familiar y desconocido, dijo en voz baja y ronca, —Cynthia, perdí a otro familiar.
Él perdió a su madre, ahora también a su padre.
Cynthia se sintió ácida la nariz y lo abrazó más fuerte diciendo, —Tienes a mí y a nuestros hijos, te acompañamos...
Alain la fijó en el pecho con fuerza. El cuerpo de Cynthia entró casi chocado, él metió la cara en el pecho de ella, el cuerpo estuvo temblando.
Cynthia no pudo encontrar las palabras para consolarle, sólo pudo acompañarle tranquilamente.
Después de largo plazo, amaneció poco fuera, Alain la soltó.
Cynthia miró su cara tranquila, supo que él escondió toda la tristeza en este momento, no era la hora de sentirse triste.
La persona había muerta, había que tratar las cosas del funeral para dar una buena despedida al muerto.
El sonido de tocar la puerta.
La puerta del cuarto de estudio fue tocada.
Alain dijo, —Entra.
Vega empujó la puerta y dijo, —Viene alguien, está llorando en casa.
La vio antes Vega, parecía que era el único pariente con el mismo apellido paterno de la familia Paramés.
—Lo sé. —Alain se levantó. Los dos niños casi no durmieron nada toda la noche, él dijo a Cynthia a ver a los niños y él fue a la habitación de su padre.
Él oyó el sonido de lloro antes de entrar en la habitación. Sólo se oyó el grande sonido de lloro, pero no se sintió el triste.
Pareció más como fue un espectáculo.
Alain entró en la habitación y vio a un hombre vestido de traje llorando.
Aunque Alain le vio pocas veces, reconoció que él era el primo de Alejandro.
Le tuvo que llamar tío.
Por los defectos del cuerpo que tuvo, no trató mucho con la gente.
El hombre estaba delgado, los pelos estaban medio blancos, tenía la piel blanca con poca mancha de anciano, se vio animado.
Apareció por aquí tan rápido esta vez, era una sorpresa.
—Alain, ¿por qué no me dijiste nada que el hermano no se sintió bien? No puedo verle por la última vez, ¿cómo aportas como el hija? —habló con el tono interrogante.
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