Amelia miraba el chalé de la Familia Rodríguez frente a ella. Antes no quería venir en absoluto, pero estaba preocupada por Raúl. Quería entrar en el chalé, sin embargo, no quería encontrarse con Daniel. Empezó a vacilar en la puerta.
Raúl acababa de regresar cuando vio a Amelia, quien estaba de pie en la puerta. Obviamente no podía creerlo. Se frotó los ojos y volvió a mirar. De verdad, era señora Amelia.
-¡Señora Amelia! -mientras Raúl gritaba, corrió hacia ella. Tenía una sensación inexplicable hacia ella, y esa misma sensación también le hizo querer acercarse a ella.
Amelia volvió la cabeza. Pero en este momento, Raúl ya estaba al lado de ella. Ella rio y lo abrazó.
-¿Estás bien con el resfriado? -mientras hablaba, Amelia ya había puesto la mano a la frente de Raúl. Inmediatamente, sonrió porque sabía que ya no tenía fiebre. Al mismo tiempo, sintió un gran relieve dentro.
En realidad, Daniel había regresado hace mucho tiempo. Su coche estaba aparcado no muy lejos. Entonces pudo ver todo lo que había hecho Amelia en este momento. Vio a Amelia tener la mano puesta en la frente de Raúl y fue este entonces cuando supo que ella realmente se preocupaba por su hijo.
-Señora Amelia, vamos a entrar -Raúl tomó la mano de Amelia y quería entrar con ella. Después de tanta dificultad, por fin la podía ver, Raúl no la va a dejar irse tan pronto.
Amelia volvió a vacilar porque no quería ver a Daniel en absoluto, pero casi se rindió cuando vio la mirada anhelante de Raúl.
-Yo todavía tengo cosas que hacer. Voy a verte otro día, ¿vale? -por fin Amelia dijo, volviendo la cabeza hacia otro lado, que no quería ver la pequeña cara decepcionada de Raúl.
Al oír esto, se siente más la fuerza con la que sostuvo Raúl la mano de Amelia.
-Amelia, ¿odias mucho a mi padre? -Raúl preguntó. Podía notar que a Amelia no le gustaba su padre.
Daniel, que estaba a punto de acercarse, oyó las palabras de Amelia y se detuvo de repente. Parecía que quería escuchar la respuesta de esta mujer. Era como algo que esperaba durante mucho tiempo.
-No es odio, pero tampoco es amor -Amelia respondió. No quería herir el corazón de Raúl, así que solo podía decir esto. De hecho, odiaba muchísimo a Daniel, con mucho disgusto.
Daniel apretó fuertemente los labios delgados. No parecía satisfecho con la respuesta de Amelia. Pensaba, "Qué vergüenza ver esta mujer decir que no le gusto delante de mi hijo. "
Justo cuando Raúl estaba a punto de decir algo, de repente sintió una fría y helada mirada detrás de él. Miró hacia atrás subconscientemente. En ese momento, bajó la cabeza y no se atrevió a volver a mirar esa mirada.
Obviamente, Amelia también se sorprendió. Nunca pensó que cuando acababa de llegar aquí, se encontró con Daniel, el hombre que menos quería ver.
Amelia miró a Daniel, se dio la vuelta para irse. Ella realmente lo odiaba y no quería verlo en absoluto. Ya que Raúl estaba bien ahora, ella podía irse.
-¡Espera! -gritó Daniel repentinamente. Aunque todavía parece muy frío su tono, se podía decir claramente que no estaba enojado cuando vio a Amelia.
Sin embargo, Amelia no tenía intención de detenerse. Pensaba, "¿Qué me importa y por qué voy a detenerme solo porque me lo dice?" Ella pasó junto a Daniel con un orgullo indisimulado.
Daniel solo se puso una sonrisa elegante porque ya sabía que ella no se detendría.
-¿No necesitas dinero? -preguntó Daniel. Efectivamente, estas palabras hicieron que parara Amelia. Ella pensaba, "¿Cómo sabía que necesito dinero? ¿Me está investigando?"
Al ver que se detenía Amelia, la sonrisa de Daniel se volvió más atractiva porque sabía que siempre que necesitara dinero, tendría algo para pedirle a él.
-Vamos a hablar sobre esto -Amelia de repente bajó la voz y dijo, mientras pensaba, "Para que papá pueda salir de la cárcel, necesito un millón de euros, que es un número inalcanzable para mí. No tengo tanto dinero." Así que ella quiere hablar con Daniel.
Raúl se puso alegre al oír que Amelia quería hablar con su padre. Él pensaba, "¿Es posible que señora Amelia se enamore de papá? Pues ella es la primera mujer que papá trajo a casa."
En la gran sala de estar, Daniel se sentía elegantemente en el sofá, apoyándose en el respaldo, con sus piernas superpuestas de una forma encantadora. Parecía un poco perezoso, pero con dignidad.
Amelia, un poco tímida y cohibida, se sentaba en el sofá lateral, porque este sofá estaba más lejano de Daniel. Tal vez inconscientemente le tenía miedo a Daniel.
-¿De qué quiere hablar? -preguntó Daniel a sabiendas. Por supuesto que sabía lo que Amelia quería hablar. Si no fuera por el cuestión de dinero, probablemente no estaría allí sola con él.
Amelia apretó los dientes. Quería pedirle a Daniel que le prestara dinero, pero no logró decirlo. Se sintió un poco avergonzada e indignada.
-Recuerdo que me dijo que si necesitaba dinero, puedo acudirle, Sr. Daniel -dijo Amelia, reuniendo su coraje. Después de decir esto, sintió un gran relieve.
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