EDER SHANE NARRA:
Sé que esta mal de mi parte, lo entiendo y lo acepto. Pero ver a George y Carish Jeffrey amarrados a un posta, en ropa interior ambos y con los ojos abiertos me causa una felicidad absurda.
—Despierta, dormilón, llego tu sorpresa— Verónica golpeaba las mejillas de George, estaba sentada en su regazo y, lejos de enojarme, me puso curioso. Por lo que busqué una silla y me senté en un punto de la habitación donde ninguno pudiese verme, ella sabía que no estaba sola y sentía seguridad a mi lado, no me perdería mi primera fila en el show que mi mujer, mi dulce caramelo, había planeado para él.
—¿Qué mierda...— por fin abrió los ojos y enfocó una furiosa mirada en mi Candy— TÚ, puta de mierda. Debí matarte cuando tuve oportunidad, maldita traidora.
Ella le sonrió, desde mi asiento pude ver sus ojos brillando con maldad y aunque era la primera vez que veía esa mirada en su rostro lejos de algo sexual, era inquietantemente curioso.
—No, nene. No se traiciona lo que nunca se ha apoyado— su uña rodaba por la sien y mejilla de George mientras él se sacudía. Tenía los brazos, las muñecas, la frente y los pies atados, realmente debía asegurarme que no pudiese tocarla para permitir esta locura.
—Te voy a picar en pedazos. Puta. Eres una sucia.
Plaf. La cachetada retumbó y debo decir que sonó dolorosa, esa mano de mi chica debía arder y sentí pena por ella, aunque sonreía grandemente cuando un hilo muy fino de sangre salió por la mejilla de Jeffrey.
—Amo que me hables malo— ronroneo, se estaba burlando de él en su rostro. Acercó su cara a la de él y, al muy imbécil le pareció prudente escupir la cara de Verónica. Tom me sentó cuando me moví de golpe, por orden previa - y petición de ella- no podía permitirme mover por nada del mundo. Ella se movió y el escupitajo cayó en su clavícula, igual me sentí furioso, ese bastardo se atrevía a humillarla. Apreté los puños y me mordí el interior de la mejilla para poder resistir hasta el final, ahí es cuando empezaba mi acción.— ¡Bien, Daddy!- lo felicitó ella aplaudiendo y sonriente, era tenebroso— ahora me toca a mi— escupió como conductor de autobús y debo decir que tuve que tapar mi boca para no carcajearme. Era tan loca y demente que daba risa.
—¡Maldita!— Sí que tenía puntería y escupió justo en el ojo del bastardo. No dudó en encestarle un golpe con su puño en el mismo lugar y me preocupé por la mueca de dolor que hizo, recordé sus hermosas uñas
—Debes aprender a tratar a una mujer, tienes serios problemas. ¿Sabes que pienso? Que traes unos problemas maternales horrorosos y que eres un homosexual reprimido y traumado. ¿A que papi te azotaba?— ella se burlaba y George se retorcía. Agradecí el hecho de que tuviese muchísimas sogas muy bien atadas a su cuerpo, sin contar las esposas y cadenas.
—Te dije que tu machismo psicópata te acabaría matando— Esa voz. Esa cantarina y estruendosa voz. Carish había despertado y ¿Qué hacía? Joder a su hermano. Sonreí para mis adentros, ella sería mía. Por eso debía esperar que Verónica saliera de la habitación. Ese fue nuestro trato: George por Carish y los dos aceptamos encantados.
—¿Lo ves? Hasta tu hermosa hermana lo sabe— le dijo Verónica caminándose hasta estar frente a la loca. No me di cuenta hasta ahora que sus pies estaban descalzos. Se levantó dejando a los otros en una postura muchísimo menor que la suya y Carish la miraba con burla aún así, sintiéndose superior, cómo si fuese posible.
—¿A mi también me vas a matar?— Vero se encogió de hombros e hizo un gesto como si no lo hubiese pensado— ¿Sabías que me cogí a tu hombre? Sí. Eder me lo hizo delicioso aquellas veces... Hmmm, aún lo recuerdo. ¿Crees que puedas darme su número? Lo perdí— se reía estruendosamente y de nuevo, Tom tuvo que devolverme a la silla. Pero mi chica no se inmutó. Se puso en cunclillas y habló en el oído de la enferma Jeffrey. Ella también estaba atada como su hermano por si las dudas, era una jodida loca.
—Sé que lo forzaste a que te lo metiera, sé lo de las esposas, la crema, sé todo, cariño. Lástima que no me conociste antes a mi, pudimos haber hecho un delicioso trío sin necesidad de que fuese forzado— lamió el oído de Carish y la muy perra cerró los ojos aún con el gesto lleno de confusión
—Pero igual... Cogiste conmigo, no entiendo, eres una maldita estúpida.
Candy se puso de pie riéndose como si fuese el mejor chiste que hubiese escuchado mientras George se retorcía y miraba enojado mientras gruñía
—Maldita, te la cogiste, te ordené que no lo hicieras. Maldita traidora de mierda, te voy a matar con mis manos, sucia rata.
¿A quién carajos le hablaba? Quería ir a preguntarle. Porque si era a su hermana no me importaba, pero si estaba hablándole así a MI mujer, no sabía lo que hacía. Me agarré de los brazos de la silla mientras sentía la presencia de Tom justo detrás. Que bien, tengo custodio.
Vero la miraba con diversión y alzó su pierna con mucho impulso, dándole una patada a Carish que le cayó en la cabeza, gritó de la sorpresa pero Verónica no le dio mucho tiempo, le dio una serie de patadas que cayeron en sus costillas, brazos, muslos, cabeza, cuello. Carish sollozaba
—¿Qué pasó? No te gusta el dolor ¿Eh?— se agachó de nuevo y metió sus dedos dentro de la vagina de esa perra. Me causaba molestia que tocara a esa asquerosa— No estás mojada, preciosa, ¿No te excito?— Debió de haberle apretado el clítoris a Carish con demasiada fuerza sin soltarlo pues ella hizo un gesto de una O perfecta con su boca y las lágrimas corrieron por sus mejillas hasta que a mi mujer le dio la gana de levantarse— ¿Sabes qué? Te dejaré tranquila, para ti vendrán otros juegos— le guiñó el ojo y caminó hasta donde George estaba aún luchando con sus ataduras— ¿Qué sucede, cielo?¿No te gusta estar atado? Es extraño... Si te encanta verme así— le propinó una patada que cayó en su mandíbula entre abierta, el gesto fue muy doloroso, espléndido.
Verónica se puso creativa, nunca la había visto fumar pero encendió un cigarrillo con el único propósito de quemar la piel de George que ya ni gritaba ni se estremecía, sólo la miraba con ojos fríos. Admiré la fuerza de mi caramelo, no le temblaba el pulso ni se incomodaba.
De un momento al otro ella se puso de pie y caminó en mi dirección, en su mejilla había manchas de sangre y sus manos y cuello tenían ligeras gotas.
— ¿Tu navaja?— su tono era muy bajo y clavé mi mirada en sus ojos, se veía tan oscuro ese café que me mataba... Llevé por puro instinto mis dedos a sus labios y cerró los ojos con mi toque. Su respiración estaba acelerada y me acerqué para besarla cuando puse entre nuestros labios la hojilla afilada. Ella la tomó con ojos divertidos, prometiendo una aventura al finalizar la noche. O el día dado que hace horas había amanecido.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD