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"De hecho... no es que no puedas amarme más. Es solo que tienes miedo de que te vuelva a lastimar, ¿verdad?". Yi Jinli preguntó tranquilamente.
Ella tenía la sensación de que él había visto a través de ella y podía entenderla. Quizás él tenía razón. Ella tenía miedo. Tenía tanto miedo que no se atrevía a amar de nuevo.
"¡Yiran, no volveré a lastimarte!". Yi Jinli contuvo el encanto en sus ojos, dejando solo seriedad.
Él lentamente se puso de pie y se acercó a ella, mientras los ojos de él miraban fijamente sus ojos almendrados. "¿No me crees?".
Ella dijo: "Nadie puede garantizar este tipo de cosas".
"Haré un voto si todavía no me crees".
"No hay necesidad de...".
Antes de que pudiera hablar, él se agachó y se arrodilló sobre una rodilla frente a ella. Su rostro era solemne, sus ojos eran profundos y mostraban compromiso. "Yo, Yi Jinli, juro que si alguna vez te lastimo en el futuro, te compensaré diez veces más. Si te hago llorar, entonces el dolor lastimará mis huesos y quemará mi corazón".
Sus ojos estaban llenos de sorpresa. ¡Ella nunca esperó que él se arrodillara frente a ella de esa manera, sin mencionar que dijera esas cosas!
Ella lo miró sin comprender. Él bajó la cabeza, miró hacia abajo y murmuró: "¿Sabes qué? Escuché que en algunas tribus con costumbres antiguas, si uno besa el empeine del pie del otro, entonces es una señal de sumisión. Significa que estás dispuesto a darles tu lealtad y alma".
Sus ojos se abrieron y su voz sonó distante pero cercana a sus oídos.
'¿De qué está hablando?’.
'¿Qué es lo que va a hacer?'.
Su corazón latía incontrolablemente. Entonces, ella vio como le quitaba suavemente la pantufla de su pie derecho, casi de manera alarmante, antes de colocar sus labios en su empeine.
"Yiran, te amo, así que puedo darte todo lo que tengo".
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