Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 37

Yi Jinli estrechó a la persona en su abrazo. Bajó su cabeza y gentilmente colocó su mejilla contra su cuello. Él estaba naturalmente consciente a lo que ella se refería al mencionar el olor.

“Hao Yimeng intencionalmente hizo hoy las cosas difíciles para ella y ella tuvo que revisar tanta basura. Solo…” pensó para sí mismo. “Hermana, no importa qué olor tengas en tu cuerpo, no tienes por qué mantenerte alejada de mi.”

“Pero…” ella estaba algo avergonzada pero no sabía si era por el olor que tenía o por su abrazo.

“Como ya prometimos depender el uno del otro, entonces ¿qué tenemos que evitar? ¿Quiere decir que si un día yo estoy oloroso Hermana se alejará deliberadamente de mi?” replicó él.

Ling Yiran se mantuvo en silencio por un momento. Entonces respiró profundo y dijo, “está bien, comprendo. No lo haré de nuevo.”

Alegría se vio reflejada en su rostro, y fue entonces que él tomó su mano y regresaron al apretujado apartamento de alquiler.

Él ya había preparado el arroz y los otros platos. Aunque ya la comida se había enfriado, Ling Yiran comió con gusto.

“¿Qué pasó hoy?” preguntó Yi Jinli.

Ling Yiran dudó por un instante pero igual le contó todo lo sucedido. Después de todo, la situación de hoy la habían exagerado. Aunque ella no le contara, él igual podía enterarse al respecto en línea.

Yi Jinli la escuchó en silencio. Una vez terminó su narración, preguntó, “¿no estás enojada?”

Ella rio resignada ante la pregunta. “No hay nada por qué estar enojada.”

“Ella no había perdido realmente un anillo, solo quería hacer problemas, ¿no es así? ¿Por qué no estás enojada?”

“Porque no tiene sentido enojarse,” respondió ella. “¿Sabes quién es Yi Jinli?” preguntó ella de pronto.

“Inclusive podría… ¡no haber dejado que estuviera encarcelada todos esos años!”

“¿Estás bien?” Era como si la hubiera estado mirando hasta entrar en un trance. Ella levantó una mano y la agitó frente a sus ojos.

Abruptamente, él tomó su mano y sintió los duros callos en su palma.

“Hermana debe de haber sufrido en prisión,” murmuró.

Ling Yiran sonrió ligeramente. “Está todo en el pasado.”

Sin embargo, entre más palabras indiferentes decía, más le dolía el corazón.