Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 66

Resumo de Capítulo 66: Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante

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Ling Yiran estaba estupefacta. No esperaba que el lugar donde ella lo había conocido fuera el lugar donde había fallecido su padre.

“Lo lamento”, dijo ella.

“Solo se puede culpar a él mismo por morir. Hermana, no tienes por qué disculparte”, dijo Yi Jinli en voz baja.

“¿Solo se podía culpar a él mismo?” Ella estaba sorprendida. No esperaba que él describiera la muerte de su padre de esa forma.

“¿No fue así? Se enamoró de alguien de quien no debió enamorarse, entonces cuando ella descubrió que él era un inútil, fue desechado. No importó siquiera que él se arrodillara y le suplicara. Al final, él murió en desolación y se congeló hasta morir en la nieve”. La expresión de Yi Jinli era tan indiferente como si estuviera hablando de algo completamente ordinario, inclusive su voz era tan calmada como de costumbre.

Sin embargo, parecía haber una atmósfera de soledad a su alrededor.

Ling Yiran sintió como si él hubiera regresado a la primera vez que lo vio.

“Jin”, lo llamó.

Él levantó la mirada, y el rostro de ella se reflejó en sus oscuras pupilas. “Dime. ¿No se lo buscó él mismo?”

Ella sintió como su garganta se secará al tratar de responder. Luego de un largo momento, finalmente murmuró, “¿es esa mujer tu madre?”

Él estaba en silencio. No había expresión en su rostro, pero había un destello de dolor en sus ojos.

En ese momento, ella supo la respuesta.

No sabía cómo consolarlo, sentía que en este momento cualquier palabra que pudiera ofrecer sería inútil. En el mundo había heridas que solo personas quienes realmente las han experimentado podrían entender su dolor.

Ella se levantó y lo abrazó mientras él se quedó sobre la silla.

Su cabeza estaba apoyada contra su pecho, su nariz estaba inhalando su respiración y su calor estaba siendo trasladado a sus mejillas.

Nadie podía salvarlo de tanto dolor, ¡y nadie podía detener su dolor!

Era tan doloroso que sentía como si se fuera a ahogar, como si fuera a morir…

“¡Jin! ¡Jin!”

¡Una voz lo estaba llamando!

¿Quién era? ¿Quién lo llamaba?

“Jin, no te preocupes. No va a doler más. Estoy aquí, estoy aquí. No te preocupes, Jin…” La dulce voz estaba llena de ansiedad y preocupación.

Debajo de ese sonido, los sentimientos de asfixia y de dolor dentro de él se desvanecieron como una marea bajando. Luchó para abrir sus ojos y miró a la delicada mujer frente a él. Movió sus delgados labios con dificultad. “Hermana…”

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