Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 72

Incluso había tenido una sensación de asco cuando la mujer se acercó a él.

En efecto, el sentimiento de tener a otra mujer en sus brazos era muy diferente al sentimiento de abrazarla a “ella”.

Cuando llegó al frente del apartamento de alquiler, se agachó y sacó la llave de repuesto debajo de la alfombra frente a la puerta. Él sabía que a ella siempre le gustaba poner la llave adicional ahí, diciendo que era en caso de que ella olvidara llevarse su llave cuando se fuera al trabajo.

Él empujó la puerta. Las luces en la habitación seguían encendidas, y su figura esbelta estaba sentada al lado de la mesa. La mitad de la parte superior de su cuerpo estaba sobre la mesa, y su cabeza estaba inclinada hacia un lado mientras dormía.

Él miró su rostro durmiente bajo la luz, el cual era tan tranquilo como una flor crisantemo. Era tan pacífico que pareció que su corazón se volvió pacífico en el momento que la miró.

Él levantó su mano y suavemente jugueteó con los mechones de cabello que caían sobre sus mejillas. Parecía que él no se cansaría de mirarla, aunque fuera por el resto de su vida.

Un momento después, él se dobló y cuidadosamente la levantó de la silla.

Aunque había tratado deliberadamente de ser lo más gentil posible, el movimiento igual la despertó.

“Jin…” ella abrió los ojos en un aturdimiento. Sus borrosos ojos almendrados parecían estar cubiertos por una capa de vidrio escarchado.

“Sí, estoy de vuelta,” dijo él, “te llevaré a la cama, puedes seguir durmiendo.”

Mientras hablaba, él la sostuvo en sus brazos y caminó hacia la cama.

Era como si su cuerpo también estuviera siendo impregnado con su olor.

Luego de que Yi Jinli terminara su ducha, salió del baño y miró a la persona durmiendo profundamente en la cama.

Se dobló ligeramente, la punta de su nariz acercándose a ella, y respiró su olor.

“Ling Yiran, dime, ¿cuándo debo revelarte mi identidad? ¿O debería dejar que sigas dependiendo de mí hasta que ya no puedas dejarme más? En ese momento, aun cuando sepas quién soy yo, igual te vas a quedar conmigo, ¿cierto?”

Él murmuró estas palabras para sí mismo. En el estrecho cuarto, solo estaban los sonidos de las respiraciones y las palpitaciones de dos personas.