Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 724

¿Por qué se apresuró a buscar la muerte? ¿Por qué no pensó en el hijo que todavía tenía? ¿Sabía que si él moría, lo que significaría para Jin, que todavía era tan joven en ese momento?’.

'¿El hombre realmente pensó que enviar a Jin de regreso a la familia Yi era la mejor opción? Él olvidó que un niño necesita un padre’.

‘Jin ya había perdido la compañía de su madre, pero entonces también perdió a su padre’.

‘¡Él tuvo que quedarse en una casa así a una edad tan joven, acompañado de un abuelo que odiaba la otra mitad de su sangre!'.

Ella casi podía imaginarse cómo había caminado sobre cáscaras de huevo cuando era niño.

En esta mansión, no existía el afecto entre dos generaciones, ¡solo la lucha de un niño por sobrevivir!

Ling Yiran caminó paso a paso por el vestíbulo y entró en el salón interior.

El interior era el mismo que había visto anteriormente con la lápida conmemorativa del padre de Jin en el altar.

Sin embargo, ahora, la figura alta permanecía inmóvil como una escultura ante la lápida conmemorativa.

Tenía la espalda recta y la luz tenue de la lámpara caía sobre él. El brillo se entrelazaba con la oscuridad.

La soledad que exudaba en ese momento parecía apagar todo a su alrededor.

¡Era como si él fuera la única persona que quedaba en su mundo!

La nariz de Ling Yiran de repente se sintió un poco adolorida, pero no podía decir por qué se sentía así... por qué sentía como si hubiera una brecha invisible entre Jin y ella.

Sin embargo, ¡ellos eran los más cercanos!

"¡Jin!", ella gritó, su voz sonando claramente en el salón silencioso.

El cuerpo alto tembló un poco antes de que se diera la vuelta lentamente. Sus ojos como tinta parecían estar mirándola con una especie de vacío silencioso.

De repente, Ling Yiran sintió como si su corazón se hubiera saltado un latido.

"¿Estás bien? ¿Por qué tu cara está tan fría?". Ella frunció. "Es tan tarde. Regresemos primero a nuestra habitación".

Mientras hablaba, ella estaba a punto de bajar la mano y tomar la de él. Sin embargo, su mano la sujetó.

Su palma presionó contra el dorso de su mano, lo que le permitió continuar presionando contra su mejilla.

Entonces, esos ojos brillantes y amorosos simplemente la miraban en silencio.

"¿Qué te pasa?". Ahora ella solo sentía que algo estaba un poco raro en él. Él estaba callado y la mirada muerta y silenciosa en sus ojos la inquietaba.

"¿Soy la persona a la que más amas?". Sus labios finos se separaron suavemente, su voz como el viento nocturno que barrió el bambú.

"Sí", respondió ella sin dudarlo.

"Nunca me traicionarás, ¿verdad?", él añadió, y había algo frágil en ese rostro que podía cautivar a todos.