Adicto a amarte: La esposa condenada del Jefe paranoico y dominante romance Capítulo 900

"La gente como tú probablemente no se sienta así, pero yo sí. Todos somos seres humanos, pero algunas personas son superiores a otras y pueden controlarlas fácilmente. Algunas personas son normales, por lo que tienen que ser inferiores. Ellos ni siquiera pueden hacerse cargo de su destino y solo pueden ser engañados por otros".

‘Si... no fuera la hija de una familia común, sino la hija de una rica y poderosa, entonces ni siquiera me habrían culpado por el accidente de coche’.

‘Las personas que me incriminaron nunca se habrían atrevido a dejar que yo asumiera la culpa’.

Todos los días en prisión, ella vivió como un cuerpo sin alma. Cómo pasaba el día estaba a disposición de los demás. Otros podían decidir libremente si la iban a golpear ese día.

Todo esto dependía de una sola palabra de su superior.

Los oscuros ojos de Yi Jinli miraron a la mujer frente a él.

"¿Cómo sabes que no me siento de esa manera?", él susurró, una sonrisa irónica asomando por las comisuras de sus labios.

‘¿Ella sabe que la razón por la que terminé con ella y la razón por la que quiero dejar de amarla es que no quiero que ella controle mi vida y mi muerte?’.

‘Una vez la ame demasiado, eso no es diferente a dejar que ella tome el control de todo’.

La duda brilló en los ojos de Ling Yiran cuando escuchó a Yi Jinli decir eso. ‘Es como si él supiera cómo se siente eso.

'Sin embargo... él es el alto y poderoso Joven Amo Yi de la Ciudad de Shen. ¿Quién podría controlar su vida y su muerte?’.

"Debe estar bromeando, Señor Yi", ella dijo a la ligera.

"Te dije que me llamaras Jin". Él frunció un poco el ceño. "Me llamaste Jin cuando me abrazaste anoche".

Como si hubiera leído su mente, él continuó frotando suavemente sus frías manos mientras decía: "Dijiste que te gustaban los hombres asiáticos con cabello negro y que yo tengo el cabello negro más hermoso’’.

"También dijiste que era bueno y que te gustaba”.

"Dijiste que eras mi Hermana y que me protegerías".

Cuanto más hablaba Yi Jinli, más bajaba la cabeza Ling Yiran. Tenía la cabeza casi agachada hasta el pecho. ‘Dios mío, ¿por qué diría eso?’.

"No... ¡No me tomes en serio!". Ling Yiran dijo rápidamente.

"¿Y si quiero?". Él le llevó la mano a los labios y resopló como si fuera a calentarle las manos. "No me tomo en serio lo que otras personas dicen, pero me tomo en serio lo que tú dices".