Nos encontrábamos a solas y lo que esa mujer piense sobre mí me tenía sin cuidado, no me importaba en lo absoluto. Intento levantarme de su regazo, pero él no me deja.
—Suéltame, tengo cosas que hacer.
—Luego.
Una sola palabra usa para detenerme y después besarme.
—Aquí no.
—¿Por qué?
—Estoy segura de que ella está detrás de la puerta escuchando.
—No me importa si escucha.
—A mí sí.
A él no le importa en absoluto y me levanta para sentarme en el escritorio después de correr los documentos que allí había. Me besa con fuerza y comienza a quitarme la ropa.
—Jason... Para...
—¿Me estás rechazando?
—Es que...
—¿Qué?
Por un lado, quería estar con él, pero, por otro lado, recordaba lo que me hizo. Agaché la mirada para evadir la suya, pero él me agarra la barbilla con su mano y me obliga a mirarlo.
—Habla.
Me debato sobre decirle lo que me ha molestado o callarme.
—No me hagas repetirlo.
—Tú... Quiero algo.
Por su mirada sabía que no estaba entendiendo lo que yo quería decir. Después de todo, no estaba siendo específica sobre qué quería.
—¿Qué es lo qué quieres?
—Que me des una disculpa y te ganes mi confianza.
Hago que me suelte y tomo distancia de él. Al ver su rostro observo que su ceño estaba fruncido y, además, se estaba enojando.
—Tú... Tú... Nunca te disculpaste por lo que hiciste y no sé si sea una idiota por empezar a sentir cosas por ti, pero es que...
Me callo por un momento y comienzo a caminar de un lado a otro para continuar mi discurso sin dejar de caminar.
—Tú te quedaste con algo valioso para mí. Yo no di a luz a Mía, la adopté y fuiste un... Un... Un completo estúpido y...
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