Escucharle llamarme, señora White fue tan incómodo en ese momento. Odié que me llamará así, pero sabía que debía acostumbrarme a eso, no tenía escapatoria alguna, por lo menos durante un buen tiempo.
—Déjenos a solas.
—Sí, señor White.
Jason no parecía muy alegra de querer dejarme con su abuelo, pero no tiene más opción que obedecer.
—Encárgate de Mía por nosotros.
—No es mi hija.
—No necesitas encargarte de ella, yo lo haré.
Expresé enojada. Me puse de pie y cargué a Mía para evitarle a él la molestia de encargarse de ella.
—No dije que no lo haría.
—No me importa, yo soy su madre. Tú no eres su padre.
He usado el mismo tono de voz que él, claro está que su voz era más grave que la mía, pero me refiero a que he usado el mismo rechazo que él usó hacia Mía al recordarnos que no era su hija.
—Dámela.
—No.
—Zoe...
—Muy bien es suficiente, estoy agotado de tantas peleas por el día de hoy. Vete Jason, deja que la niña se quede.
Jason se va azotando la puerta y yo dejo a Mía en la cama.
—Mamá lo siente, te he hecho pasar un mal momento.
Mía hace pucheros y se sujeta de mi cuello con todas sus fuerzas. Balanceo mi cuerpo para calmarla y hacerla sentir segura de ella. Le doy suaves golpecitos en su espalda y le doy besos en su cabecita hasta que consigo calmarla.
—Eres una buena madre.
—No lo soy, aún estoy aprendiendo a serlo.
—Lo eres.
No digo nada y me quedo donde estaba en silencio mientras él se sienta en la cama.
—¿Cómo estás, Zoe?
—Supongo que bien.
—Cuéntame qué ha pasado para que te encontráramos herida.
—Ya no importa, nada de lo que diga lo van a creer. Nadie va a creerme, ni le importa.
—A mí me importa.
Lo miro a los ojos sin decir nada. Suspiro. Me siento a su lado y le explico lo que pasó.
—Conocí a esa mujer en el hospital cuando llevé a Mía por su mala salud. Ella hizo que Jason me pisará la mano e incluso se atrevió a hablarme mal, nada más para defenderla. Fue un patán. Ahora que ha vuelto a la mansión y me ha visto aquí, ha querido hacerme la vida imposible y no lleva mucho tiempo de estar aquí desde mi llegada. No le ha gustado para nada que yo sea la esposa de su nieto e incluso se ha atrevido a insultar a Mía llamándola bastarda. Luego me arrojó el florero con mucha fuerza y me tomó desprevenida, no miento sobre lo que dije, ella es la mentirosa. Además, Jason abu...
Estaba tan enojada que casi suelto la lengua sobre Jason y lo ocurrido. Me muerdo la lengua, cierro mis ojos y me regaño mentalmente por eso.
—¿Qué te hizo mi nieto?
—Nada.
—Zoe, no me mientas. Conozco a mi nieto y sé que es una persona con muy malhumor y que le es difícil controlar su temperamento, ¿qué te hizo?
—Yo... Es que... No sé si deba decírselo.
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