Tres meses habían pasado desde que Kato salvó a Ikal y Enola de las garras de Tanok, por supuesto le tomó la palabra y los tiene a ambos como prisioneros. Él trabajando en su castillo preparando las armas para sus guerreros, entrenándolos y ayudándolos en combate y ella cautiva en la misma habitación de antaño.
Enola estaba débil, su vientre es exageradamente enorme para la cantidad de tiempo que tiene y le da miedo lo que pueda pasar. La hechicera que la atiende le ha dicho que lleva a tres bebés en su vientre y por eso está más débil de lo normal.
La noticia impresionó a todos, pues no es muy común que un lobo embarace o se embarace con trillizos, los lobos por lo regular tienen un solo cachorro, hasta los gemelares se consideran bastante inusual y ella siendo una humana aún está viva a pesar de estar lejos de su pareja y llevar a tres cachorros hiperactivos.
―Humana. ―Kato entró a la habitación como todos los días, la tuvo encadenada por un par de días, pero no pudo soportar tenerla como una cautiva por su embarazo y por la tristeza que ella siempre refleja. ―¿Cómo estás? ―Miró su enorme vientre y sintió lástima.
―¿Cómo puedes preguntarme tal cosa? ―Trató de sentarse, pero le fue imposible hacerlo sola, Kato inmediatamente la ayudó. ―Se mueven mucho y está enorme. ―Acarició su vientre. ―No sé cuanto pueda resistir, mi corazón ya no puede con la carga. ―Kato se enfureció, ¿Cómo pudo ese bastardo hacerle algo así? Está consiente de que el culpable es él por hacer que la hechicera ocultara al bebé para que Tanok no lo percibiera y le llenó la cabeza de dudas, pero ¿Tratarla de ese modo y no hacer nada cuando la sentenciaron a muerte?
―Has soportado tanto dolor y agonía por tus bebés, podrás lograrlo. ―Enola le sonrió, desde el día que gritaba, lloraba y se ahogaba con todo su dolor, él hizo lo que nadie, calló y estuvo ahí para ella, sin importar cuantos golpes, ella le propinara, sin interesarle que le echara toda la culpa y lo maldijera hasta el cansancio.
―Si no fuera por la hechicera, yo estaría muerta al igual que mis hijos. ―Desvió la mirada. ―Han pasado tres meses. ―Susurró sonriendo con rencor. ―¿Cuántos más podré soportar? Quiero traer a mis hijos al mundo, aunque yo muera en el proceso. ―Kato pasó saliva, estaba ahí cuando la hechicera se lo dijo, es muy probable que muera en el parto si no lo hace antes.
―Deja de pensar en esas cosas. —Le tendió la mano. ―¿Por qué no vamos afuera? Ya no serás mi prisionera. ―Enola lo miró con impresión, si bien ahora tienen una mejor relación, él no la liberó ni la deja salir de la habitación. ―Vamos, que salgas un momento no te hará daño. ―Le guiñó, se ha callado, no tiene el valor de decirle que todo lo que vivió es por su culpa y por eso se siente con la responsabilidad de cuidarla, más que por la atracción que siente por ella, es por la culpa.
―Bien, pero tenme paciencia. ―Enola enderezó su débil cuerpo una vez estuvo en pie. ―Dios. ―Susurró cerrando los ojos. ―Esto es muy difícil. ―Lo hizo detenerse. ―Mi cuerpo no resiste el peso de mis hijos. ―Se negó a seguir caminando. ―Es mejor que vuelva a la cama, la hechicera me dejó en claro que no puedo esforzarme.
―De eso nada. ―Kato la tomó en brazos, ella ha perdido peso, está más pálida de la costumbre y se ve tan débil como una rama seca, pero es igual de hermosa. ―Tú saldrás a conocer mi reino. ―Dejó de verla a la cara para avanzar, siempre queda embobado cuando la mira.
Ikal los miró salir del castillo, lo tienen como a un esclavo y eso no le molesta, después de todo lo aceptó para que Enola no tuviera que esforzarse y no fuera tratada como a la servidumbre, pero verla en brazos de ese hombre, no le gustó nada.
―¿Por qué la sacas de la habitación? ―Se acercó a ellos. ―Quedamos en algo. ―Gruñó haciendo reír a Kato, aun cuando él no se hubiera ofrecido, jamás la tomaría como una prisionera o una sirvienta.
―Tranquilo, muchacho, solo la traje a tomar el aire. ―Ikal miró a Enola, pero ella como siempre lo ignoró por completo, no lo perdona y no podrá hacerlo, no importa lo que hizo y sigue haciendo por ella.
―Yo puedo hacer eso, después de todo soy yo quien trabajo para que ella esté bien. ―Kato agrandó la sonrisa, sin duda el joven está muy arrepentido de haber perdido tan preciada joya.
―Tal y como su padre, ambos idiot4s. ―Negando se alejó de él, Enola está muy incómoda. ―Ambos te tuvieron y ambos te perdieron, típico de los Nukak. ―Enola no dijo nada, ella se limitó a apreciar el hermoso jardín, desde la habitación es algo fascinante, pero estar cerca lo hace mucho mejor.
―Es muy hermoso. ―Susurró al tocar el piso con sus pies. ―¿Cómo es que un hombre tan desagradable como tú tenga un jardín como este? ―Kato carcajeó.
―Tengo buen gusto, es todo. ―Suspiró. ―Escucha, humana. ―Enola rodó los ojos, odia que le diga de esa manera, pero él insiste. ―Quiero hacerte una petición y por supuesto no te podrás negar. ―Enola giró para mirarlo a la cara. ―En la manada BloodMoon se llevará la ceremonia del alfa y su nueva luna, estamos invitados.
―¡¿Es una broma?! ―Se alteró. ―¿Cómo me dices algo así? ¡Tú eres su enemigo! ―Gritó sin importar su debilidad. ―¿Caerás en algo tan estúpid0?
―Cálmate. ―Le pidió tranquilo. ―Me llegó la invitación hace un mes, al parecer todo el reino sobrenatural estará presente. ―Suspiró. ―No pensaba ir, pero creo que es una buena oportunidad. —La miró a los ojos. ―Tu corazón se ha endurecido lo suficiente y sé que podrás estar cerca de él sin que demuestres cuanto te duele y…
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