Lo que era un ritual para convertir en lobo a Enola, se ha convertido en una ceremonia fúnebre, Tanok perdió todas las esperanzas y con eso su fuerza. Su lobo sucumbió a la perdida de su destinada y el humano cedió a la perdida de su amada.
No había palabras de consolación, no había manera de que lo convencieran de que toda la culpa era de Kato por jugar tan sucio y de Katriona por hechizarlo y manipularlo. Para él no había otro culpable que sí mismo. No fue lo suficientemente fuerte como para anteponerse a los hechizos, no importa que las hechiceras digan lo contrario, él fue demasiado débil y se dejó llevar así asegurándole la muerte a su pequeña cachorra.
Una vez todos los preparativos estuvieron listos, Enola fue vestida con ropas limpias y blanca como símbolo de pureza, los lirios la rodearon por completo, Tanok insistió en que las flores que debía haber fueran sus favoritas.
―Lo siento. ―Ikal se paró junto a su padre. ―Realmente lamento que no haya funcionado el ritual. ―Tanok ni siquiera se movió, el dolor en él es tan intolerante que le consume toda la energía. ―Deberías estar sentado, esto es duro y muy doloroso para ti. ―Intentó llevarlo a una de las sillas, pero Tanok se negó, quiere estar al lado de su amada hasta el último segundo.
―Quiero estar aquí, a su lado, como no lo estuve cuando más lo necesitaba. ―Cerró los ojos con fuerza. ―No me apartaré hasta que no sea el momento de dejarla ir. ―El canto de los de la tribu fue triste, las lágrimas no faltaron y las peticiones a la Diosa Luna fueron de paz y descanso para Enola.
Tanok la miró, ¿Realmente así es como acabará todo? Se preguntó acariciando el delicado y hermoso rostro de su pequeña. ¿No puede hacer más para regresarla a él? Maldij0 en un gruñido, él no es más que un simple lobo, si las brujas más poderosas del reino sobrenatural no pudieron hacer nada, ¿Qué podría hacer él?
―Maldit4 sea. ―Kato no se lo podía creer, ella estaba muerta, ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo fue capaz de provocar algo como eso? Fue un cobarde, se menospreció él mismo.
―Lárgate. ―Tanok lo miró con odio. ―No quiero que estés aquí, ¡No mereces verla antes de partir! ―Ikal detuvo a su padre para que no avanzara más, le dio pelea al inicio, pero ahora está incluso más débil.
―No vale la pena. ―Le susurró al oído. ―No es momento para una pelea, no es de buen augurio que este tipo de cosas se den en una ceremonia como esta. ―Tanok dio un grito tan fuerte que pareció congelarlos a todos, quiere respirar con normalidad, pero le es imposible hacerlo.
―Es hora. ―Shasta miró a su hijo una vez el canto finalizó. ―Hay que encender la llama y debes ser tú. ―Le pasó la antorcha. ―Nadie más puede incinerarla, hijo. ―Tanok sabiendo que nadie más que la pareja de quien muere puede iniciar el fuego, tomó la antorcha y acercándola a la madera la soltó.
El fuego vivo rodeando a su mujer lo terminó de destrozar, al caer de rodillas no pudo hacer más que apreciar como el cuerpo de quien esperó por siglos y lo dejó demasiado rápido, se desvanece poco a poco sin dejar nada.
―Ahora está en un lugar mejor. ―Shasta apretó el hombre de su hijo. ―Las cosas no siempre son como las pensamos, en esta vida todo es pasajero. ―Lo miró con tristeza. ―Aprende de tus errores y evitálos en el futuro, no lo olvides. ―Tanok lo miró. ―No es el error que se comete, es lo que aprendemos de ello. ―Las lágrimas de Tanok fluyeron de sus ojos como si fuera el ser más débil del planeta y así era, en ese momento, él no es más que un hombre que perdió a quien no supo cuidar.
Todos los presentes se fueron retirando uno a uno conforme pasaron las horas, pero Tanok permaneció de rodillas frente al fuego que seguía vivo, no comprendía el motivo de la viveza de las llamas aun cuando había pasado demasiado tiempo, pero no pensaba moverse de ahí hasta que no quedaran más que cenizas y humo.
―Alfa. ―Una de las cuidadoras de los trillizos se acercó a él. ―Los bebés necesitan de usted. ―Tanok giró la cabeza para poder ver a la mujer. ―Por favor, ya es muy tarde, debería volver a la cabaña y cuidar de sus cachorros, ahora ellos solamente lo tienen a usted. ―Mirando por última vez el fuego ardiente, se puso en pie, es hora de dejarla ir.
A pasos lentos llegó a su cabaña y solo hizo ver a sus hijos para derrumbarse, él los había dejado sin madre, solo por su culpa ellos ahora crecerían sin el amor de la mujer que tanto los deseó. No los culparía si ellos lo odiaran igual a como lo odia su hermano mayor.
Las brujas fueron las primeras en salir, el poder que habían sentido ni siquiera el más anciano de la manada pudo percibirlo. Algo no estaba bien, es como si el equilibrio en el mundo se hubiera roto.
―¿Qué es lo que pasa? ―Jessica no se lo podía explicar. ―Es como si mi poder y mi capacidad incrementaran siempre más. ―La bruja principal sintió lo mismo.
―Esto no puede ser verdad. ―Miró el fuego extinguirse de la nada y después volver incluso con más fuerza. ―La historia es real. ―Anunció llena de incredulidad. ―Ella está aquí. ―Las brujas miraron con atención el fuego vivo.
―Mis sospechas son reales. ―Jessica no pudo mantenerse a raya. ―La personificación de la Diosa Luna está aquí. ―Enola salió de entre las llamas totalmente desnuda y miró a su alrededor. Aquella mirada compasiva, su rostro angelical y su expresión pasiva reconfortó a todos a pesar del miedo que tenían.
―¿Qué está pasando? ―Tanok se abrió paso entre las personas, todos parecen estar absortos mirando algo en común. ―¿Qué sucede? ―Frunció el ceño y en cuanto llegó al frente y miró a la mujer desnuda parada frente a todos, su corazón dejó de latir al instante, su alma pareció completarse y la conexión que una vez existió entre él y Enola desapareció, pero al contrario de morir o sentirse más débil, está como si nada. ―Cachorrita… ―La bruja principal lo detuvo.
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