―Papá, ¿Qué te sucede? ―Valentina fue tras su padre, se le ve pálido y bastante asustado. ―Papá, háblame, ¿Qué te está sucediendo? ¿Por qué actúas tan asustado? ―El hombre no escuchó a su hija, levantó el teléfono y llamó a la policía.
―Es una bestia, en la casa de mis vecinos hay una bestia. ―Gritó histérico. ―Deben venir a ayudarlos, pueden estar en peligro. ―Valentina no comprendía lo que le estaba pasando a su padre, solo podía quedarse ahí mirándolo mientras intenta desesperadamente explicar lo que sea que vio.
―¿En serio harás esto? ―Lo atacó en cuanto lo vio cerrar la llamada. ―¿Así te comportas solo porque Tahiel te parece un mal chico?
―¡Es apenas un niño al igual que tú! ¿Como podría parecerme malo? Simplemente no me gusta la forma en la que te mira. ―Gritó el hombre cerrando todas las ventanas y la puerta trasera. ―Sube a tu habitación, esa bestia puede venir aquí una vez acabe con ellos y quiero que estés bien…
―¿Estás loco? ―Lo miró preocupada.
―¡A tu habitación, Valentina! ¡Ya! ―La niña, realmente sorprendida por el comportamiento de su padre, obedeció y se marchó a la habitación preocupada por Tahiel y su familia.
Los Nukak estaban viendo películas como todos los viernes, pero la tos de Enola poco los dejaba concentrarse, cada vez sangraba más y le era imposible respirar. Sus pulmones se pulverizaron al caer de espaldas.
―Toma, mami. ―Huilén le tendió una taza. ―Es té, eso te ayudará. ―Enola le sonrió a su hija con agradecimiento.
―Gracias, cariño. ―Susurró, tomando la taza en manos. ―¿La mejor mami del mundo? ―Miró a su hijo con una enorme sonrisa en los labios al leer lo que ponía la taza.
―Sí, lo eres mami. ―Se sentó a su lado y Enola no perdió el tiempo, abrazó a su hija y besó su pelo blanco.
―Los amo tanto, mis niños, hermosos… mis bebés preciosos…
―Mamá… ―Tahiel la miró con gesto serio, aguantando la sonrisa. ―Tu hijo ya está enamorado, no puedes tratarme como a un bebé. ―Enola alzó las cejas y miró a su marido.
―Andaaa. —Pasó la mirada a su hijo. —¿Así que por estar enamorado, mamá no puede abrazarte y mimarte? ―Dándole la taza a su hija, tiró de él y lo abrazó con fuerza para que no escapara y después se lo comió a besos.
Las carcajadas no se hicieron esperar, Tanok fue feliz al ver la escena entre sus hijos y su mujer, es ese tipo de alegría que añoraba y ahora la tiene, aunque le faltan dos miembros importantes.
{Respira} Pidió Tanok poniéndose en pie. {Eso es, despacio, cachorrita, despacio} Enola trató de no toser más, pero le fue inevitable, la tos es constante y aunque duela horrores no puede parar.
―¿Por qué no la llevamos nuevamente al hospital? ―Preguntó Tahiel sosteniendo el pañuelo lleno de sangre. ―No me gusta ver a mamá así.
{No podemos exponerla de esa manera} Tanok hizo retroceder a su hijo para acercarse más a su mujer. {La última vez la iban a dejar internada para más estudios y ustedes serían puestos a las órdenes de las autoridades} Lo miró a los ojos. {Si indagan más, sabrán que no es normal, que aún siga viva y eso llevará a cosas peores, no puedo perderlos, no nuevamente, ¿Lo entiendes?}
―Su padre tiene razón. ―Enola tomó aire por la boca. ―Yo tomé la decisión de mantenerlos a mi lado y así será, ¿Lo comprenden? No soportaría la idea de que estuviera en hogares de acogida. ―Los niños no dijeron nada, ese día que se los iban a llevar realmente sintieron mucho miedo de ser separados.
―Yo iré. ―Tahiel se puso en pie al escuchar el timbre de la puerta. ―No sé quién pueda ser, es demasiado tarde. ―Frunció el ceño.
―Amor, ve a vigilarlo. ―Tanok asintió a la petición de su mujer y fue tras su hijo, pero se quedó donde nadie podía verlo.
―¿Están tus padres? ―El oficial quiso mirar el interior de la casa, pero Tahiel ajustó la puerta.
―Mi madre está viendo TV y mi padre duerme, ¿Qué necesitan? ―Los oficiales cruzaron miradas, ¿Por qué un niño es quien recibe a los llamados en la puerta y no un adulto?
―Necesitamos hablar con tu madre, ¿Puedes traerla aquí?
―No, mamá no se siente muy bien. ―Se negó Tahiel cerrando un poco más la puerta.
―Tenemos que hablar con tus padres, por favor, llámala o nos veremos obligados a entrar al no ver a un adulto responsable. ―Tahiel trató de cerrar la puerta, pero el policía usó su fuerza y lo hizo retroceder.
Tanok al ver como ese miserable lastimó a su hijo por abrir la puerta tan bruscamente, no lo pensó más y salió a la defensa de su hijo, así asustando a los dos hombres que habían logrado entrar a la casa. Rápidamente, los policías sacaron su arma y apuntaron a Tanok presos del pánico, ¿Cómo podía existir una criatura tan grande y temeraria? Se preguntaron atónitos.
―¿Qué está pasando? ―Enola decidió investigar porque tanto alboroto. ―¿Cielo? ¿Qué pasa? ―Frunció el ceño al ver al lobo en modo de defensa con su hijo aferrado a su pata delantera derecha.
―Mamá, ellos entraron a la fuerza. ―Enola rodeó al lobo y se impresionó al ver a los policías en su recibidor.
―Por favor, es un malentendido. ―Quiso explicarles. ―Él no es peligroso, por favor, bajen sus armas.
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