El día para Enola empezó de la peor manera, su corazón marcha lento, se siente triste y el frío no la dejó dormir en toda la noche y el dolor en su pecho no ayudó en nada. ¿Cuánto más la tendrían en ese lugar? Se preguntó sintiendo temor a lo que podría pasar con su bebé, ella no resistiría perder otro hijo, es un milagro el estar embarazada.
―Tranquilo, bebé. ―Acarició su vientre, muere de hambre. ―Todo estará bien, papá se dará cuenta de la verdad y vendrá por nosotros. ―Las lágrimas recorrieron sus mejillas, no lo había notado, ella se negó a aceptar algo tan absurdo, pero realmente sí necesita de ese hombre, es como si tenerlo lejos su vida no tuviera ni un sentido. ¿Cómo puede ser eso posible? Enamorarse y enlazarse a una persona que ni siquiera se conoce bien.
―Arriba. ―Uno de los guardias abrió la celda. ―Aliméntate, humana, aprovecha la benevolencia de nuestro alfa. ―Le tiraron la bandeja en el piso como si fuera un animal callejero. ―Ni siquiera este privilegio deberías tener, ya es suficiente que te dejaran con vida. ―Enola se arrodilló para recoger la bandeja, deseó aventársela al hombre en la cara, pero su hambre es mucha y debe pensar en su bebé.
―Dios. ―Jadeó al probar el pedazo de pan viejo, es desagradable al gusto, pero no puede desperdiciarlo. ―Qué asco. ―Susurró cerrando los ojos para no vomitar lo poco que ha ingerido, pensar en su bebé se lo hizo todo más fácil.
Tanok abrió los ojos y el dolor de cabeza lo hizo gruñir, le gustaría pensar que lo único que le duele es la cabeza, pero su corazón está sufriendo de más, extrañar a esa mujer realmente lo está destruyendo lentamente. Solo han pasado horas y ya se siente débil.
―Alfa. ―Katriona sonrió. ―Le he traído el desayuno. ―Lamentó irse temprano el día anterior, pero no podía amanecer en la cabaña del alfa, eso arruinaría sus planes. ―por favor, aliméntese antes de salir al recorrido. ―Tanok señaló la mesita para que dejara la bandeja ahí.
―Puedes retirarte. ―La voz gruesa hizo vibrar la humedad de Katriona, el alfa es realmente una bestia feroz.
―¿No desea que me quede a hacerle compañía? ―Tanok frunció el ceño, ¿Por qué querría él algo así?
―No hay necesidad. ―Tiró del café, lo necesita. ―Tengo a mis propias sirvientas. ―La miró a los ojos. ―Ve a atender a tu esposo, no tengo un castigo para ti. ―Katriona se dio cuenta de que no recuerda nada de lo que pasó en la noche y eso la enfureció, ella se esmeró para que sus recuerdos fueran gratos y ni siquiera sabe lo que hicieron.
―Alfa. ―Hizo una reverencia y se marchó furiosa, ¿Cómo es capaz de no recordar que follaron? Para ella fue algo descomunal, a pesar de que no era su pareja, ese hombre la hizo gritar, temblar y correrse como una loca. ―¿Cómo pudiste soportar todo eso, Enola? ―Se preguntó curiosa, una humana no podría ser capaz de soportar una sesión de sexo tan larga con un lobo.
―Se supone que solo sería una vez. ―Ikal la miró furioso. ―¿Qué hacías en la cabaña de mi padre? ―La tomó fuerte del brazo. ―¿Acaso pretendes quedarte con él? ―Katriona lo miró fingiendo dolor, es justo lo que tiene planeado, pero no puede dar el paso, aún no.
―¿Cómo eres capaz de acusarme tan injustamente? ―Se soltó de él. ―Soy tu pareja, Ikal, lo estoy haciendo todo para ayudarte a ti. ―Las lágrimas que ya se habían formado en sus ojos, deslizaron por sus mejillas. ―Te amó a ti, lo he hecho todo por ti ¿Y es así como me pagas? ―Ikal se sintió realmente mal.
―Lo lamento. ―Susurró cerrando los ojos. ―Debió ser difícil para ti lidiar con tu loba al estar con mi padre. ―Tiró de ella para abrazarla.
―Fue horrible. ―Sollozó disfrutando su mentira. ―Vakira aullaba y me rasguñaba con fuerza, ella no quería entregarse al alfa, quería volver contigo. ―Eso era verdad, su loba le exigió volver con su pareja, pero eso no evitó que disfrutara el sexo con su suegro.
―Déjame hacerte olvidar esa mala experiencia. ―Inició a besarla. ―Desde ahora nadie más podrá tocar tu cuerpo, tú me perteneces a mí. ―Inició a desnudarla y Katriona se dejó hacer, lo tomó como una celebración a que su plan finalmente sería perfecto y le daría resultados.
Tanok no esperó ni un minuto más, dio la orden para que los guerreros patrullaran el lugar y se dispuso a emborracharse para apaciguar su dolor y malhumor. Nunca consideró que tener una destinada fuera tan doloroso. ¿Por qué la Diosa Luna le dio a una pareja si lo iba a hacer sufrir tanto?
―¡Me hubieras dejado solo! ―Gritó mirando la luna. ―¿Por qué me castigas de esta manera? ¡Yo estaba dispuesto a morir por esa m*****a humana! ―Limpió la saliva que salió de su boca por sus gritos. ―¿Esto es lo que tú consideras que debo merezco? ―Cerró los ojos tratando de centrarse, realmente está borracho. ―No puedo estar lejos de ella, ni siquiera cuando me traicionó. ―Susurró sintiéndose tan miserable como nunca antes.
Con botella en mano, salió de su cabaña directo al calabozo, necesita verla, él necesita ver esos ojos violetas, necesita sentir su olor y tocar su cuerpo, él la necesita para vivir. Todos lo siguieron con la mirada, nunca habían visto tal comportamiento en su alfa y que no pueda controlarse los llenó de dudas.
―El consejo debería hacer algo al respecto. ―El beta de la manada negó. ―Si las demás aldeas se dan cuenta de esto, nos atacarán sin pensarlo. ―Sus compañeros no dijeron nada, el alfa no es de esos que se dejan llevar por el consejo, él es una bestia ingobernable.
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