El corazón de Yan Wan latía con locura mientras su mente estaba en blanco. «¿Cómo terminó en los brazos de Huo Lichen de una forma tan inesperada?»
Antes de que siquiera pudiera pensar, la puerta se abrió de golpe. ¡Bum!
—Necesito hablar con usted sobre algo urgente, señor.
Shen Baimei entró como un rayo, pero se detuvo en seco al darse cuenta de lo que ocurría allí, y se quedó con la boca abierta como una rosquilla.
El nuevo director ejecutivo era muchísimo más atractivo de lo que ella había imaginado. Pero, ¿por qué sostenía a Yan Wan en sus brazos? Los dos estaban tan próximos el uno al otro como si estuvieran a punto de…
Huo Lichen le lanzó una mirada sombría y gritó con su estridente voz:
—¡Fuera!
Shen Baimei se sobresaltó y en cuanto fue capaz de reaccionar, huyó de la habitación.
Yan Wan aprovechó la oportunidad y se escabulló de entre los brazos de Huo Lichen. Su rostro se sonrojó mientras evitaba acercarse lo más posible a él.
—Ya he tomado todas las medidas, señor Huo. Entonces, ¿puedo retirarme ya?
Huo Lichen hizo una mueca, su mirada a Yan Wan era inescrutable. A pesar de no estar seguro, dado que no tenía la oportunidad de acariciarla, no sintió repulsión al tenerla en sus brazos.
Su mirada la ponía frenética, y temía que la obligara otra vez a ceder a sus exigencias. Se mordió el labio con vacilación. Al final, se dio la vuelta y salió de la habitación, sin esperar que él diera su aprobación.
—¡Tengo que marcharme ya!
Al salir a toda prisa de la oficina, se dirigió directo al elevador, como si no pudiese esperar a abandonar el penthouse.
—Espere, señorita Yan.
La puerta del elevador iba a cerrarse justo cuando Wei Qi se apresuró a apretar el botón. La puerta se abrió de nuevo. La presencia de él le recordó a Huo Lichen y la hizo sentirse incómoda. «¿Acaso estaba faltando a su palabra al rehusarse a dejarla marchar?» Yan Wan permaneció dentro del elevador.
—Señor Wei, ¿qué pasa?
«¿Quién sabe qué pasará después si le pido ayuda?»
—En ese caso, adiós, señora Yan. No dude en buscarme si me necesita.
Wei Qi se alejó del elevador y pulsó el botón para cerrar la puerta antes de dirigirse al despacho del director ejecutivo.
Huo Lichen estaba sentado ocioso en el sofá con una copa de vino en la mano y, de vez en cuando, bebía un sorbo. Una ligera muestra de desdén se dibujó en su rostro; estaba sumido de lleno en sus pensamientos.
—Quiero saber todos los detalles de lo que le ocurrió a Yan Wan en el Hotel Shangpin aquella noche —ordenó poco después.
«¿Investigar a Yan Wan?» Wei Qi reflexionó un rato antes de que se le ocurriera una idea. Cayó en la cuenta de por qué su jefe había adquirido de forma tan repentina esa empresa. ¿Sería posible que la mujer que conoció aquella noche fuera Yan Wan? Si su sospecha fuera cierta, ayudaría a su indagación si primero averiguara qué había pasado con Yan Wan.
—Me ocuparé de ello de inmediato.
Animado por sus nuevas pistas, Wei Qi salió enseguida para hacer los arreglos necesarios.

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