Amor después del matrimonio romance Capítulo 338

“Bueno, mi esposo es el dueño de la villa. No le gusta tener extraños en la casa, así que necesito su opinión", explicó Yvonne.

Lynette asintió. “Muy bien, ¿puedes consultar con él primero? Tengo mucha curiosidad por tu casa ".

“Está bien, déjame preguntarle. Te responderé dentro de poco ". Yvonne respondió. Terminó la llamada antes de abrir su WhatsApp y enviar un mensaje a Henry.

Al principio asumió que él tardaría mucho en responder, pero le tomó menos de dos minutos responderle. "¡Tú decides!"

Incluso con esas pocas palabras, era evidente que a Henry no le importaba que Lynette entrara a la villa para visitarla. Yvonne encontró esto un poco inesperado y se sorprendió gratamente. De repente se dio cuenta de que de la nada Henry se había vuelto mucho más persuadible. En el pasado, ciertamente no reaccionaría de la misma manera.

"Gracias, Henry". Yvonne agradeció a Henry con un mensaje de voz e informó a Lynette que Henry había aceptado que ella viniera. Cuando Lynette recibió la respuesta de Yvonne, inmediatamente se apresuró a bajar.

Cuando llegó Lynette, era la primera vez que veía una villa tan lujosa. Observaba todo a su alrededor como una niña curiosa.

"¡Dios mío! Finalmente sé el verdadero significado de la palabra "rico". Esto no es solo una villa. ¿No es esto solo una propiedad?’ Lynette se quedó sin habla. Siguió mirando a su alrededor, sin poder contenerse.

Cuando Yvonne notó el asombro de Lynette, lo encontró muy chistosa. "Vamos. Te mostrare el lugar más tarde. Beba primero ".

Yvonne colocó un vaso de agua con miel frente a Lynette.

Lynette respiró hondo unas cuantas veces y contuvo su asombro. Ella tomó un sorbo de su agua con miel y exclamó: "Como era de esperar, el agua de la casa de un hombre rico sabe mejor que la que bebe la gente normal".

"Deja el chiste". Yvonne no pudo evitar poner los ojos en blanco. Lynette se rió entre dientes.

Yvonne se sentó junto a Lynette. “Me dijiste que tenías un regalo para mí. ¿Qué es?"

Los ojos de Lynette se movieron un poco. Dejó su vaso y abrió su bolso. Luego, sacó una pequeña caja.

"¿Qué es esto?" Yvonne sintió curiosidad por el regalo que recibió de Lynette.

Lynette le dijo que abriera la caja e Yvonne hizo lo que dijo. Después de abrir la caja, encontró un brazalete de cristal dentro, lo sacó para mirarlo más de cerca.

"¡Es hermoso!" Yvonne se entusiasmó.

"¿Te gusta?" Preguntó Lynette.

Yvonne asintió.

"Compré esto solo para ti", dijo Lynette.

Yvonne volvió a guardar el brazalete en la caja. "¿Por qué de la nada me das un regalo?"

“Bueno… principalmente porque me ayudaste mucho la otra vez y quería darte las gracias. Sentí que invitarte a comer no era suficiente. Después de pensarlo, decidí comprar esto. No es tan caro, espero que no te importe ". Como explicó Lynette, tomó el brazalete de manos de Yvonne y la ayudó a ponérselo.

Cuando Yvonne miró el brazalete en su muñeca, le gustó aún más. Ella rápidamente negó con la cabeza. "No me importa eso. Me gusta todo lo que me regalas".

"Estupendo". Lynette frunció los labios casi como si estuviera a punto de reír, pero de alguna manera no lo hizo. En cambio, su expresión se volvió un poco extraña. Sin embargo, Yvonne estaba demasiado feliz con el brazalete que no se dio cuenta.

En ese momento, Sue entró con un termo. La colocó en silencio sobre la mesa. "Señora, esta es la sopa para el Amo Lancaster. Puedes llevárselo más tarde".

"Está bien", asintió Yvonne.

Sue le dedicó a Lynette una sonrisa cordial antes de darse la vuelta y volver al trabajo.

Lynette miró en la dirección en la que Sue se fue. Finalmente, volvió la mirada hacia el termo en la mesa. Su expresión se oscureció. Apretó las manos y las colocó sobre sus propias piernas con nervios.

"Yvonne".

"¿Sí?" Yvonne respondió.

Lynette terminó el agua con miel de su vaso de un trago. Luego, sostuvo el vaso en alto, "¿Podrías conseguirme otro?"

"Claro", respondió Yvonne con alegría y llevó el vaso vacío a la cocina.

Cuando regresó a la sala de estar después de unos minutos, la encontró vacía.

"Huh", murmuró extrañamente mientras dejaba el vaso en la mesa. "¿Dónde está ella?"

¿Ella ya se fue? Pero eso era imposible, solo estuvo aquí unos minutos.