Amor después del matrimonio romance Capítulo 461

"¡Por supuesto!". Sam asintió.

Yvonne frunció sus pálidos labios. "Admito que estoy un poco tentada, pero todavía no puedo decir que sí".

"¿Por qué?". Sam no lo entendía.

¿Acaso sus promesas no eran suficientes para ella?

Yvonne probablemente se dio cuenta de lo que Sam estaba pensando, así que sonrió con amargura y dijo, "Una abuela amable, padres cariñosos y un hermano gentil. Todos ellos son geniales, pero no me pertenecen a mí, sino a Shannon. Aunque ella haya fallecido, es como si yo ocupara su lugar y le quitara todo lo que debería haber sido suyo".

"¿De verdad piensas eso?". Sam sonrió. "Pero si realmente no quieres quitarle todas esas cosas a propósito, la verdad es que nosotros te estamos dando todo eso voluntariamente, por eso no estás intentando ocupar su lugar. Somos nosotros los que queremos traerte a nuestro mundo, ¿entiendes?".

Yvonne no esperaba que él dijera eso, pero el muro de defensa que había construido en su corazón volvió a romperse.

Ella apretó los dientes. "La razón por la que todos ustedes querían que fuera Shan en primer lugar era por mi rostro, pero ahora que está arruinada, ya no puedo consolar a la abuela y a tus padres, así que... ".

"No hablemos de la abuela ahora, sino de mi madre primero. Ella sabe que tu cara está herida porque yo se lo conté. Le dio mucha pena porque tú y Shan se parecen y ahora que Shan se ha ido, no quiere que otra chica que se parezca a Shan también se vaya. Te estás preocupando sin razón". Sam volvió a refutar las palabras de Yvonne.

Yvonne seguía luchando por sí misma mientras intentaba rechazar la oferta de Sam por última vez. "Pero tengo una enfermedad renal. Aunque me convierta en Shannon, no viviré mucho tiempo, ¿entiendes?".

"Le he enviado tu información médica a mi padre. Mi padre ha encontrado una fuente de riñón adecuada para ti. Quería decírtelo más adelante para darte una sorpresa, pero ya que lo has mencionado, no te lo ocultaré". Sam sonrió.

"Tú... tú...". Yvonne se quedó sin palabras por completo.

Por cada excusa que se le ocurriera, él ya tenía una razón para rechazarla.

¿Cómo podría ella negarse?

Y lo que la sorprendió fue que ya habían encontrado una fuente de riñón para ella. Ella no podía entender cómo hacían todo eso por ella.

Yvonne sintió un nudo en la garganta y comenzó a atragantarse tanto que cuando abrió la boca, su voz se volvió aún más ronca. "No hace falta que hagas todo eso. Solo soy un don nadie para ti. No tenías que...".

"Porque eres la segunda Shan que Dios nos dio", dijo Sam.

Sus palabras derribaron por completo el muro del corazón de Yvonne, y empezó a llorar.

Sam se adelantó con una sonrisa y la abrazó suavemente entre sus brazos. "Ahora deberías llamarme hermano".

Yvonne se mostró un poco tímida. Estaba sollozando y ahogándose, así que no dijo nada.

Sam tampoco la apuró porque sabía que ella necesitaba tiempo y que con gusto iba a esperarla.

"Resulta que tu identidad ha sido anulada, así que les he pedido a mis padres que te tramiten una nueva identidad para que puedas ir al extranjero mañana. A partir de hoy, Yvonne, ya no eres Yvonne Frey, sino Shannon Smith. ¿Entendiste?", le preguntó Sam seriamente.

Yvonne asintió en silencio.

Sam asintió con satisfacción. "A partir de ahora, te llamaré Shan. Voy a llamar a nuestros padres en este momento para concretar tu identidad".

"Está bien...", respondió Yvonne en voz baja.

Sam la soltó y salió al balcón con su teléfono.

Mientras Yvonne se sentaba en la cama del hospital, ella seguía aturdida.

Las cosas cambiaron tan rápido, y en sólo diez minutos, su identidad había cambiado por completo. Ya no era Yvonne, era Shannon.

Y a partir de ese momento, la identidad de Yvonne se había desvanecido oficialmente del mundo, y fue reemplazada por Shannon.

Mientras pensaba en eso, Sam volvió del balcón con su teléfono móvil y dijo, "Shan, es para ti".

"¿Eh?". Yvonne tardó un rato en darse cuenta de que era Shan.

No estaba acostumbrada a que la llamaran así.

"Contesta, mamá quiere hablar contigo". Sam le puso el teléfono en la mano.

Yvonne se puso nerviosa de inmediato, como si el teléfono en su mano fuera una bomba de tiempo, y casi sintió ganas de tirarlo. "¿Hablar... conmigo?".

"Sí".