Amor, Dulce Amor romance Capítulo 31

'¡¿Qué está sucediendo?! ¿No dijiste que no debía haber demasiado contacto físico en privado? Aquí no hay nadie, ¿por qué me besas en la oreja? ¿No sabes que esa zona es muy sensible?', pensó para sí misma.

Todos sus sentidos se concentraron en lo que estaba sucediendo en su oreja en ese momento, y la sensación de hormigueo se extendió por todo su cuerpo. Su cara ya se había puesto roja, y no se desvanecería tan fácil.

"Ca... cariño... Por favor, no hagas esto..." Su encantadora voz tembló. Cuando él la escuchó, no sonó como si ella se negara, sino como si lo estuviera seduciendo y pidiéndole que continuara.

George sentía un deseo incontenible, pero se obligó a controlarse. Si iba demasiado lejos, estaba seguro de que ella se enfadaría. Incluso si no se atreviera a decir nada por miedo a quién era él, en su corazón definitivamente lo alejaría.

Lo que él quería no era solo su cuerpo, sino también su corazón.

Sigrid sintió que le habían liberado la oreja e inmediatamente respiró aliviada. Luego, su esbelta cintura fue sujetada con fuerza por las poderosas manos de ese hombre.

"¿Cuántas veces besaste a Edward?", hizo la pregunta mortal.

Sabía que ella había estado con Edward durante casi tres años. En esos tres años, debían haberse besado innumerables veces. Probablemente, ella le respondería que 'eran demasiadas como para tener la cuenta'. Entonces él se sentiría tan envidioso y celoso de Edward que no sería capaz de resistirse a apretarla contra la cama y besarla con fuerza.

Sin embargo...

La voz de Sigrid sonó tan tranquila como un mosquito cuando habló: "Una vez..."

George se quedó sin palabras.

"Tiene mal aliento", dijo Sigrid con disgusto.

Fue hasta el mediodía que se despertó y almorzó con George en la oficina. Luego se sentó a su lado para trabajar junto a él.

Cuando los dos terminaron de trabajar, salieron de las oficinas del Grupo Toland y se subieron al coche.

Sigrid estaba nerviosa, pensando en que llevaría a su cuñado a ver a sus padres más tarde. Le dio a George una mirada cautelosa, pero se encontró directamente con los ojos profundos del hombre.

Sigrid se sobresaltó y fingió que no lo había estado viendo. "¿Estás nerviosa?"

"No." La gran mano de George cubrió su pequeña mano. Su manos eran más grandes que las suyas, y los colores de piel eran claramente diferentes. Le dio a Sigrid una sensación muy extraña, pero se consoló un poco, lo que desaceleró un poco los latidos rápidos de su corazón.