Había muchos invitados en casa del señor Moreno, pero, aun así, Gabriel pudo ver a Guillermo y a Elisa hablando y riendo en la barra de champán que estaba en un rincón.
En su rostro se veía reflejada su intención asesina y, de inmediato, Linda percibió su aura y miró en la misma dirección que él. En cuanto vio a Guillermo y Elisa juntos, se quedó impactada.
—¡Por Dios! ¿Por qué Elisa está con Guillermo? —Linda sintió curiosidad.
«¿Era en serio que se quería divorciar de Gabriel? ¿No se estaba vengando de él?».
Si no fuera así, Elisa no habría asistido al banquete con la competencia de Gabriel, dado que aquello era un insulto para él y nunca la habría perdonado.
Gabriel bajó la mirada, pero aún tenía una expresión asesina. Al parecer, Elisa y Guillermo se percataron del alboroto y ambos miraron hacia la puerta. La joven hizo una mueca tan pronto vio a Linda y, cuanto se dio cuenta de que esta llevaba un vestido rojo, frunció el ceño. «Linda es una mujer muy atractiva y también sabe vestirse bien. Además, se ve tan enferma que es admirable, pero, ya que lleva maquillaje, ¿por qué no cubrió su palidez? Creo que lo hizo a propósito».
Guillermo se volvió para mirar a la mujer segura de sí misma que estaba a su lado.
—¿Tienes miedo? —le preguntó mientras sonreía de forma burlona.
—¿Miedo? —Elisa parecía sorprendida—. Gabriel ha sido tu rival durante muchos años y se conocen muy bien. Deberías haber sabido cómo era mi relación con él.
El hombre frunció el ceño y permaneció en silencio. Entonces, Elisa levantó el champán que tenía en la mano y él chocó su copa con la de ella.
—No tengo energía para soportar ese tipo de sufrimiento otra vez —le susurró mientras agitaba la copa de champán en la mano.
Guillermo y Gabriel tenían el mismo carácter, de hecho, si no hubieran sido rivales, tendrían buena relación. Ambos eran crueles, despiadados y harían lo que fuera por alcanzar su objetivo. Sin embargo, ella ya no quería estar cerca de una persona controladora y antipática. Además, aún se sentía muy lastimada por su anterior relación y no quería repetir los mismos errores.
Guillermo sonrió y guardó silencio. Siempre había sido tranquilo y no iría más allá de lo necesario.
Mientras tanto, Gabriel caminaba hacia Elisa con una mirada fulminante. Linda caminaba tras de él bastante angustiada e intentaba persuadirlo.
—Gabriel, sé que ahora estás enfadado, pero, después de todo, estamos en un banquete. Todo el mundo nos está mirando. Si comienzan a crear rumores, es probable que los intereses de la compañía se vean afectados.

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