Los invitados se quedaron estupefactos.
«Sin duda es una demente».
«¿Acaso está diciendo que ella y Gabriel se divorciaron? De lo contrario, ¿por qué no ya no es la señora Weller?».
«¡Está soltera de nuevo!».
Guillermo la miraba y sonrió de forma burlona. Luego, se volvió para mirar a Gabriel, pero se sorprendió al verlo impasible. «Quizás intentaba llevar a cabo un plan al traer a Linda. Sin embargo, después de que Elisa presente su discurso, su plan llegará a su fin. La familia Weller…».
Gabriel podía percibir que Guillermo lo miraba y, a pesar de que no se encontraban sentados en la misma mesa, ambos aún se veían de forma asesina. Después de algo de tiempo, Guillermo sonrió y propuso un brindis. A Gabriel no le importaba ese hombre, así que se levantó y salió. Linda estaba entusiasmada pero preocupada al mismo tiempo.
—Gabriel. —Se apresuró a seguirlo.
Elisa lo miró con desdén cuando lo vio salir.
—De ahora en adelante, no me pregunten qué sucede cuando me vean. No somos enemigos, aunque nos hayamos divorciado. Sin embargo, quiero preguntarle al señor Weller…
En cuestión de segundos, todo el público se volvió para mirar a Gabriel, quien se quedó paralizado en el lugar; no podía ocultar su mirada asesina.
—Dado que firmamos el acuerdo de divorcio, ¿tienes tiempo para que vayamos a obtener el acta mañana? —Elisa sonrió.
A pesar de que había muchas personas en la casa del señor Moreno, un silencio inquietante se apoderó del lugar; todos estaban conmocionados o entusiasmado por la idea.
Gabriel se dio vuelta y respondió con calma:
—Te veré en el Ministerio de Asuntos Civiles a las nueve de la mañana. —Luego, salió de la casa.
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