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Amor precipitado con un hombre frío romance Capítulo 17

Justo en ese momento, Pablo soltó su bastón y se estiró un brazo para alcanzarla. Sin embargo, cayó de espaldas por el impacto de su choque.

Por fortuna, su otro brazo se sujetó a la pared de manera que ninguno de los dos fue al suelo.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan nerviosa?

-Mi... mi abuela...

La voz de Susana estaba llorosa mientras miraba a Pablo.

-¿Puedes dejar que el chófer me lleve al hospital?

-Mi abuela está en urgencias...

Su cara sonrojada y su voz nerviosa, hicieron que el corazón del hombre se parara mientras asentía:

-Te llevaré yo mismo.

Susana apretó los labios, justo cuando quería decir algo, él ya había presionado el timbre antes de que Manuel, el chófer, entrara:

—Sr. Marcos.

—Llévanos al hospital.

Entonces Pablo echó una mirada a Manuel, y Manuel fue enseguida a su habitación a coger el abrigo y un trozo de seda para vendar sus ojos antes de que Pablo se sentara en la silla de ruedas, lo condujo hacia su ascensor personal y bajaron.

En un santiamén, Manuel había sacado a Pablo de la casa.

Al mismo tiempo, la Sra. Lucía le puso a Susana el abrigo.

-Que tenga un buen trayecto Sra. Marcos.

Justo entonces, Susana salió de su trance y corrió con el móvil, antes incluso de que pudiera darle las gracias.

Al principio dudó cuando Pablo le dijo de llevarla al hospital, porque pensaba que sería problemático para un discapacitado salir.

Sin embargo, Manuel se las arregló para preparar a Pablo para salir en dos minutos.

Era súper rápido.

Susana se sentó cerca de Pablo con sentimientos encontrados:

-Me vas a llevar y te vuelves después, o...

Pablo pidió a Manuel que arrancase.

-Sí.

Entonces el hombre la miró:

—Puedo ignorarlos por ti.

Susana puso los ojos en blanco.

Solo porque él pudiera ignorarlo, no quería decir que sus parientes se callaran por ella.

Susana sabía que sus tías eran cínicas. Tiempo atrás cuando la enfermedad de su abuela empeoró y necesitaba mucho más dinero para las facturas del tratamiento, cada una de ellas le dio a su tío diez mil y dejaron que él que se las arreglara con su propia madre. Su tío era un honrado granjero, así que no tenía forma de conseguir tanto dinero por su cuenta.

Si no hubiese sido por la familia Marcos, la abuela de Susana no habría sido capaz de sobrevivir hasta ese momento.

Teniendo en cuenta como las dos trataban a su propia madre biológica, era innecesario decir que no eran buenas con Susana, una niña adoptada.

Incluso cuando recayó en su enfermedad, le echaron la culpa a ella diciendo que todas las tragedias habían ocurrido porque ella era una extraña.

Justo cuando Susana aún estaba pensando como detener a Pablo, el coche se paró antes de que la voz profunda del hombre se oyese:

—Puesto que ya estoy aquí, sería poco educado si no los saludara.

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