A las nueve de la mañana, los asientos en la sala de conferencias del edificio ejecutivo número 1 estaban completamente ocupados. Cuando Everleigh y Stainley llegaron se encontraron con un grupo de jóvenes estudiantes parados de manera ordenada cerca de la entrada. A juzgar por su imponente tamaño y altura, tenían que ser estudiantes de deportes.
Tan pronto como Stainley llegó a la puerta, un estudiante lo llamó. —Señor Stainley, el jefe del departamento lo está buscando.
—¿Ahora? —preguntó Stainly con Adrienne todavía en sus brazos.
Everleigh inmediatamente tomó a Adrienne de los brazos de Stainley. —Será mejor que vayas y arregles tus asuntos. Va a ser un día ajetreado.
—De acuerdo. —Respondió mirando su reloj—. Regresaré enseguida.
—Está bien. —Everleigh asintió.
Su conferencia no comenzaría hasta las 9.30, así que podía permitirse la media hora de espera.
Stainley se aseguró de ordenarle a un estudiante que guiara a Everleigh tras bastidores antes de ir a ver al jefe del departamento.
Everleigh lo siguió con un niño en cada mano, atrayendo numerosas miradas.
—Everleigh, ¿Son tus hijos? ¡Vaya! ¡Qué adorable!
Antes de que Everleigh pudiera hablar, Adrienne, inclinó la cabeza a un lado. —¿Adorable? ¿Quién es adorable? ¿Yo? ¿O mi hermano?
El estudiante parecía joven, quizás de primer año. Se sorprendió ante la pregunta de Adrienne, ya que no quería ofender a ninguno de los niños. —Ambos, por supuesto.
—Pero no creo que a los varones les guste que los llamen adorables, ¿Verdad? —Replicó la niña.
—¿Eh? —El joven quedó atónito de inmediato y miró torpemente a Alastair.
—No te preocupes por ella. —Everleigh trató de restarle importancia y puso los ojos en blanco hacia su hija—. Está diciendo tonterías. Adrianne, él es mi subalterno, tienes que dirigirte a él apropiadamente.
Adrienne no se lo tomó en serio. —¡Es un joven muy guapo! —Dijo con mucha confianza y después de eso, incluso le guiñó un ojo.
después de eso, incluso le guiñó un ojo.
Everleigh miró al chico a su lado y notó que se sonrojaba. Obviamente, se sorprendió una vez más de la audacia de la niña.
En ese momento, Everleigh deseaba que se la tragara la tierra. ¿Qué había dado a luz? ¿Cómo podía Adrienne estar coqueteando a su corta edad?
Tan pronto como llegaron detrás del escenario, los ojos de Everleigh se fijaron en una figura familiar y cuando finalmente cayó en la cuenta de quién era, ya era tarde para alejarse.
—¿Everleigh? —La mujer tenía una tesis en el brazo izquierdo y se disponía a subir al escenario. Sus ojos se iluminaron cuando la vio y apresuró sus pasos hacia ella, seguida por un hombre.
Cuando se acercaron, ella levantó a la fuerza las comisuras de sus labios —Erica, William. — Saludó con desgano.
Erica Iverson era un año mayor que ella y estaba en departamento de lenguas extranjeras, con especialización en lengua portuguesa, cuando ambas asistían a la Universidad.
Durante el primer año de Everleigh, su compañera de cuarto le insistió hasta el hartazgo para que se uniera al Club de Relaciones Públicas, justo después de haber hecho su orientación. Erica era, también, la vicepresidenta del club.
William era el presidente del club y era el estudiante más popular de la institución en aquel momento. De ahí que su compañera de cuarto le insistiera en unirse al club; muchas jóvenes se enamoraron de él después de su destacada actuación cantando el himno universitario durante la ceremonia de inicio de curso. Por eso, durante el día de orientación, el puesto que representaba al club de relaciones públicas estaba tan abarrotado de nuevos miembros que casi se cae a pedazos.
Everleigh y sus compañeras de habitación ni siquiera pudieron obtener los formularios de inscripción al principio. Justo cuando estaban a punto de darse por vencidos, se encontraron con William. El apuesto joven estaba casualmente viendo los alrededores cuando se las encontró y decidió darles los formularios. Recibieron mensajes de texto esa misma noche, informándoles que sus solicitudes habían sido aceptadas.
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