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Amor profundo escondido de él romance Capítulo 71

El evento del día estuvo a cargo del departamento médico y el doctor Harrison fue el vocero principal. Dio su conferencia tal como lo haría en sus clases, dejando a su audiencia deslumbrada. Cuando llegó el momento de las preguntas y respuestas, nadie se atrevió a hablar.

—¿Nadie tiene preguntas? —El doctor Harrison miró a la audiencia con seriedad—. Cuando tenía su edad, mis maestros eran bombardeados con mis preguntas, —Recordó con tristeza—, como si tuviera miedo de que se acabara el tiempo para que me respondieran.

Nadie dijo nada, pero Stainley y Everleigh intercambiaron miradas y se rieron a sabiendas.

Stainley y Everleigh intercambiaron miradas y se rieron a sabiendas.

Era de público conocimiento que el doctor Harrison hacía preguntas sorpresa a sus alumnos y que aquellos que no pudieran responderlas recibían un regaño que nunca olvidarían. Entonces, ¿Quién con el más mínimo sentido de auto preservación se atrevería a hablar? Los alumnos que más discutían, recibían el peor trato.

Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación; tanto así que sospechaba que podría escuchar el sonido de un alfiler cayendo al suelo.

—Ejem... ¿De verdad no tienen nada que preguntar? Everleigh fingió toser y tomó el micrófono frente a ella. —Doctor Harrison, los estudiantes de este año deben ser mucho mejores que los de entonces. No tienen ninguna pregunta relacionada con el tema de hoy.

El rostro del doctor Harrison mostró un evidente disgusto.

Un sudor frío se apoderó de Nathan Morgan, que estaba de pie junto a ella. Él era el jefe del departamento médico de la universidad, conocido comúnmente como doctor Morgan.

—Bueno, si no tienen preguntas académicas, ¿Por qué no le hacen algunas preguntas informales al doctor Harrison? —Sugirió Everleigh mirando a la audiencia—. Por ejemplo, pueden preguntarle cómo cocinar unas excelentes costillas de cerdo.

Todos en la sala de conferencias quedaron desconcertados.

—Todos los cerdos en nuestros laboratorios de ciencia están bien alimentados. —Continuó con calma—. Es un conocimiento completamente distinto reconocer cuáles de sus partes son las más adecuadas para cocinar diferentes tipos de platos y cómo cortarlas para ello.

Stainley tosió desde su costado, o al menos fingió hacerlo. Sabía que todos en la habitación podían escucharlo, pero aun así bajó la voz. —Everleigh, si sigues así, me temo que el doctor Harrison descubrirá la verdad; que te comiste todos sus cerdos de laboratorio en ese entonces.

Los estudiantes debajo del escenario ya no pudieron contener la risa.

Un estudiante rio primero, seguido de otro. Pronto, se convirtió en un efecto dominó; todos reían a carcajadas, animando la atmósfera en la sala. Hace solo un minuto, la seriedad era casi opresiva, pero ahora se volvió más vibrante.

El doctor Harrison tosió dos veces, lo suficientemente fuerte como para que todos en la habitación pudieran escucharlo. De inmediato las risas se apagaron y todos los presentes fruncieron los labios con seriedad.

—¿Por qué les cuenta esta basura en lugar de las cosas útiles? —La increpó.

—Pues, ya hice el experimento, no dejemos que se desperdicie la información. —Dijo con audacia—. Además, no sé cómo hacer buenas costillas de cerdo como las de la señora Harrison. Estoy segura, señor, que usted también ha dado cuenta de una buena cantidad, ¿No?

—Tu argumento es muy razonable. —Las palabras del doctor Harrison estaban llenas de sarcasmo.

—Sí, lo es.

Hace un momento, la audiencia había estado en silencio. Ahora, toda la habitación fue invadida por sus risas histéricas una vez más. Se preguntaron quién era esta estudiante. ¡Tuvo las agallas de enfrentar al doctor Harrison! Nadie había sido capaz; al menos no hasta ese día. La sala volvió a estar animada.

—¿Quién es? ¿En qué año se graduó? Es interesante.

—Escuché que ella fue la alumna estrella del doctor Harrison y es diez años mayor que nosotros.

—¡Tiene una cara bonita y un comportamiento encantador!

—Escuché que es la jefa adjunta de cirugía del hospital. Es impresionante que esté ocupando un puesto tan exigente a una edad tan joven. ¡Solo puedo recordar a algunos de nuestros superiores que son capaces de tal hazaña!

De pie en una esquina detrás del escenario, una figura observaba cómo Everleigh lograba no solo comunicarse bien con los estudiantes, sino también mostrar respeto por sus superiores. Sus ojos estaban llenos de admiración, como en la juventud.

La voz de un estudiante se escuchó junto a él. —Señor Spencer, ¿No cree que Everleigh es asombrosa? ¡Incluso participó en la lucha contra la pandemia africana!

La mente de William se alejó, quizás un poco demasiado; era como si estuviera reviviendo el pasado mientras caía en la cuenta de que Everleigh siempre había sido así. Ejercer la medicina era su pasión desde siempre y eso la convertía en una verdadera doctora; honesta y benévola.

Cuando terminó el evento, Nathan colmó a Everleigh de elogios.

—Doctor Harrison, ¡Usted es un gran profesor y ha producido una estudiante ejemplar! ¡Hacía tiempo que el departamento médico no estaba tan activo!

El doctor Harrison le dedicó una mirada a Everleigh con actitud indiferente, pero no pudo ocultar el orgullo en sus ojos. —No estaría mal dejarla entrar más seguido, aunque debo advertirle que lo único que sabe hacer es hablar.

—No quisiera limitarla a una conferencia. Si Everleigh está interesada, la contrataré oficialmente. ¿Recuerda al estudiante que preguntó si podía unirse a su clase hace un momento? Creo que la tasa de inscripción se disparará si Everleigh se une a nosotros. —Nathan sonreía al hablar.

—¿Yo? —Vaciló por un momento.

No estaba segura de cuánto tiempo podría permanecer en el país y un contrato de trabajo con la universidad la obligaría por, al menos, cinco años. Además, si aceptaba la oferta, tendría que tomar estudiantes bajo su ala, lo que aumentaría sus responsabilidades. Cuando eso sucediera, no podría irse así sin más.

—Sí. ¿Hay algún problema? —Nathan la miró inquisitivamente.

Everleigh negó a toda prisa. —No, doctor Morgan. Me gradué de esta universidad y sería un honor para mí poder enseñar aquí. Sin embargo, le ruego que me dé algo de tiempo para prepararme, ya que estoy bastante ocupada con mis tareas en el hospital, como bien sabe el doctor Harrison.

Al escucharla, el rostro del doctor Harrison se ensombreció.

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