"La señorita fue al estudio", dijo Marcos.
Benjamín apretó los labios. "¿Su estómago se encuentra mejor?"
"Parece que ya no hay problema."
Benjamín murmuró un "mmm" distante y volvió a su trabajo, sin decir más.
"Sr. Fierro, la señorita me pidió que le trajera algo." Marcos recordó de pronto el encargo y le pasó los papeles del divorcio.
Benjamín no se giró. "Léelo."
"¡Sí!" Marcos asintió con la cabeza, abrió el sobre y al ver las palabras "acuerdo de divorcio", se quedó conmocionado, renuente a leerlas en voz alta.
"¿Por qué no lo estás leyendo?" preguntó Benjamín.
Marcos, no teniendo más remedio, comenzó a leer con voz temblorosa. "Sr. Fierro, la señorita quiere divorciarse de usted. La razón es que el hombre tiene disfunción sexual y no puede satisfacer las necesidades básicas de la mujer..."
La hermosa cara de Benjamín se ensombreció. "¿Qué es esto?"
"Es el acuerdo de divorcio que le ha enviado la señorita." Marcos estaba tan asustado que apenas podía respirar. Acababa de descubrir un secreto terrible y no se atrevía a seguir mirando, dejando el documento frente a Benjamín.
Este lo cogió y lo leyó con el rostro gélido.
El acuerdo solo exigía una mansión en Villa del Horizonte, que era la antigua residencia de Víctor.
"Ella sí que sabe lo que hace", bufó Benjamín. Sabía muy bien por qué ella se había casado con él y no se atrevía a mencionar el dinero.
Aun así, la razón del divorcio era suficiente para hacerle hervir la sangre.
Llamó a Elisa. "¿Qué es lo que me has mandado?"
En ese momento, Elisa estaba viendo muebles con Anastasia.
Había llevado a Anastasia al estudio en cuanto llegó.
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