Bebé adorable en la puerta: Mami, por favor firma romance Capítulo 1606

En cuanto el avión aterrizó, corrieron al hospital.

Cuando llegaron, Song Qingwan aún no estaba en la sala de partos. Estaba de buen humor. Solo con unos ataques de dolor en vez en cuando, bromeaba con el resto de la familia e incluso comía bien.

Cuando los vio, Song Qingwan se sorprendió bastante. “Hermano, cuñada, ¿volvieron tan pronto? Pensaba que volverían después de que diera a luz”.

Cuando los demás oyeron eso, se rieron.

Al poco tiempo, Song Qingwan gritó repentinamente con pánico: “¡Fengyao, creo que el bebé viene, me duele!”.

Aunque Jin Fengyao ya pasó por esto una vez, no pudo evitar ponerse un poco nervioso ahora. “Qué debo hacer, qué debo hacer ahora...”.

“¡Niño tonto, llama a una enfermera!”. La Señora Jin miró a su hijo con cierto grado de frustración.

A continuación, alargó la mano y pulsó el botón para llamar a la enfermera.

La frente de Song Qingwan estaba cubierta de sudor: “Fengyao, me duele...”.

Jin Fengyao le limpió el sudor cariñosamente y no pudo evitar pulsar de nuevo el timbre de la enfermera.

Cuando la enfermera vino a revisar, asintió: “Es hora de dar a luz. Vamos a la sala de partos. Los familiares, por favor, esperen afuera”.

La familia se quedó en la puerta de la sala de partos, esperando ansiosamente.

Jin Fengyao oyó los gritos del interior y abandonó su habitual actitud relajada. Se paseó por el pasillo ansiosamente.

Pasó una hora y media y la enfermera salió por fin.

Jin Fengyao salió a su encuentro y preguntó con ansiedad: “¿Ya está? ¿Cómo está la situación?”.

“Enhorabuena, la madre y el hijo están bien”.

La enfermera se rio: “El bebé está muy sano”.

Tras oír “madre e hijo”, el rostro de Jin Fengyao se hundió ligeramente. “¡Por qué es un hijo, por qué no una hija!”.

No hacía falta decir que envidiaba a su propio hermano. No solo tenía un hijo bien educado y obediente, sino también una linda hijita.

No pudo evitar mirar a Jin Fengchen con envidia.

“¿Qué te pasa? ¿Qué te disgusta de mi nieto?”.

La Señora Jin dio un paso adelante y le agarró de la oreja. “Qingwan sufrió mucho para dar a luz. ¿Qué pensaría si te oyera decir algo tan despiadado? Y tus hijos, ¿no se pondrán tristes si lo saben?”.

“Pero no lo saben”.

Jin Fengyao murmuró en voz baja: “Además, solo decía”.

“¡Aún quieres seguir hablando!”. La Señora Jin retorció la oreja de su hijo y lo regañó con frustración.

“¡Mamá, mamá, mamá, me equivoqué mamá! ¡Los quiero, de verdad, mientras sea mi hijo, los quiero! ¡Tanto a Qingwan como al hijo!”. Jin Fengyao suplicó perdón adolorido.

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