Bebé adorable en la puerta: Mami, por favor firma romance Capítulo 1731

Al día siguiente, Johanne recibió la noticia y convocó a sus partidarios a una reunión.

Caminaba a paso firme y, antes de entrar en la sala de conferencias, oyó mucho ruido dentro.

Entró y frunció el ceño. “¿Por qué discuten?”.

“El Príncipe Johanne”.

Los presentes se callaron y se apresuraron a saludarle.

Johanne asintió levemente: “Siéntate y di lo que tengas que decir”.

Un partidario se adelantó y dijo: “Alteza, Andre se casará con la princesa Ellie del País G. ¿Qué debemos hacer?”.

“Se dice que el dote entregado por el rey del País G para la Princesa Ellie es muy abundante, además somos países amigos, y habrá mucha ayuda en el futuro...”.

“Príncipe Johanne, tenemos que actuar. Tal vez tengamos que encontrar una pieza de negociación más grande”.

Johanne asintió: “Tiene sentido, gracias por sus planes. Sin embargo, es suficiente proceder como de costumbre de acuerdo con el plan previamente personalizado. En cuanto al matrimonio de Andre con Ellie, puedo resolverlo yo mismo”.

“¡Sí!”.

Al oír esto, todos parecieron tranquilizarse. Pronto se calmaron, llenos de confianza en su decisión.

En los últimos años, Johanne no era tan ostentoso como Andre, pero estuvo cumpliendo con su deber con un perfil bajo.

Comparado con Andre, de hecho, los logros de Johanne eran mayores. Aunque no hacía alarde de ello, contribuyó al país de manera concreta.

Solo que la atención del viejo rey fue atraída por Andre, y Johanne solo podía ocultar su fuerza. Ahora, por fin, llegó el momento de actuar.

Tras la reunión, Johanne sacó su teléfono móvil e hizo una llamada.

Tras años de planificación, conocía a Andre como la palma de su mano, y ya hizo planes de contingencia ante cualquier oportunidad de que Andre volviera a las andadas.

¿Quería volver a la delantera casándose con la princesa del País G? Sigue soñando.

...

En la cama del hospital, Andre estaba maquinando en su corazón cómo tratar con Jin Fengchen y Johanne después de obtener el derecho de herencia.

Cuanto más pensaba en ello, más no podía ocultar la alegría en su rostro.

Inesperadamente, Abel empujó de repente la puerta a toda prisa: “¡Príncipe, algo malo ocurrió!”.

“¿Por qué estás tan ansioso? No quiero oír nada más que la respuesta del País G”.

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