"He... estado mejor. Desde que te fuiste, el Joven Amo me encerró". Bai Li no quería preocupar a Zi Feng, así que rápidamente siguió con: "Pero estoy bien, ahora que puedo volver a verte".
La mirada de Zi Feng era fría mientras las comisuras de su boca se crispaban. Ella estaba distraída por el hombro del hombre que llevaba signos de la tortura que había sufrido.
Sin embargo, ella se recompuso rápidamente y removió la bebida marrón en su taza. Tan tranquila, que parecía casi helada.
Bai Li estaba un poco perdido. Preso del pánico, preguntó: "¿Qué pasa? ¿No te alegras de verme?". Zi Feng negó con la cabeza.
Tras obtener esta respuesta, Bai Li sonrió agradecido y continuó: "¿Sabes que no fue fácil localizarte? Mi informante no pudo contactarse contigo en un momento dado; ¡me asusté muchísimo! Pensé que podría haberte pasado algo. Por suerte, al final te encontró".
Zi Feng solo pudo responder con un “mjm” ausente. Estaba demasiado ocupada construyendo sus pensamientos y palabras.
Bai Li, por su parte, seguía sumido en la emoción. No pudo evitar mirar a Zi Feng con cariño.
Zi Feng pareció molestarse repentinamente por eso. Dejó caer su agitador y preguntó: "¿Qué estás mirando?".
Bai Li se sintió avergonzado mientras trataba de evitar la mirada de Zi Feng. "No... nada".
Al ver esta faceta de Bai Li, Zi Feng no se atrevió a reprenderlo.
Ella descansó un poco los ojos antes de decir suavemente: "Bai Li, lo hecho, hecho está. Deberías volver al lugar de donde viniste. Nunca estuviste aquí y no te vi. Por favor, vete".
Bai Li se negó. "No. Mira Zi Feng, nunca te dejaré. He pasado por mucho para estar aquí. No me eches".
Zi Feng miró por la ventana. Ella solo podía ignorarlo. "He dicho lo que había que decir. No quiero volver a verte. Sal de mi vista".
Bai Li se molestó al escuchar lo que Zi Feng tenía que decir, así que extendió su mano en un intento de sostener la de la mujer sobre la mesa.
Ella retiró su mano, evitando el contacto con él.
El intento de Bai Li fracasó, así que él suplicó: "Zi Feng, está bien. Sigo siendo yo. No cambies, ¿de acuerdo?".
"¡No!", se negó Zi Feng. Era imposible que fueran como antes. La indecisión de Bai Li solo le daba más asco.
Sin esperanzas, Bai Li retiró sus manos. Después de hacer esto, respondió sin rodeos: "Solo quiero estar contigo. Donde tú vayas, iré yo. Solo quiero estar a tu lado".
Por fin, la mirada de Zi Feng se posó en el rostro de Bai Li. Ella dijo con mucha calma: "Estoy en Italia, no en casa. He olvidado el pasado; tú también deberías hacerlo".
Bai Li respondió impaciente: "Italia, o cualquier lugar de la Tierra, estaré donde tú estés".
Zi Feng se encontró de repente indefensa ante la presencia de Bai Li. Él, en cambio, se sentía abrumado por ella. Ella era la única persona a sus ojos.
De repente, ella comenzó a tener sentimientos encontrados.
"Tú...". Con la cabeza baja, ella agitó las pestañas como una joven delicada, a diferencia de la mujer fuerte que estaba interpretando antes.
Esta era una visión extremadamente agradable para Bai Li; nada podía ocultar el amor en sus ojos.
Pensamientos y cálculos pasaron rápidamente por la mente de Zi Feng, como una sinfonía que sonaba en su mente. Al final, sus ojos solo pudieron mostrar desesperanza.
"Deja de perder el tiempo. A diferencia de mí, tú tienes un futuro brillante por delante. Por favor, vete".
Sin querer acceder a la petición de Zi Feng, Bai Li insistió: "Zi Feng, no me importa ese 'futuro brillante', solo me importas tú".
La verdad es que ninguna mujer podía ser indiferente ante palabras como esas. Zi Feng no era una excepción.
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