Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! romance Capítulo 141

Cipriano avergonzado bajó la cabeza y no dijo nada.

Levantó lentamente la mano.

—¡Cipriano, no seas irracional!

Viviana soltó la frase de golpe y se lanzó a detenerlo.

Si Cipriano se atrevía a levantarle la mano a David, se esparciría como pólvora el rumor de que por culpa suya, David había sido golpeado por su exesposo, y entonces en el Grupo Innovar la criticarían sin piedad.

La mano de Cipriano se quedó suspendida en el aire.

Se giró enseguida a mirar a Viviana con una expresión cargada de tristeza a punto de desbordarse: ¿Ahora solo te importa David? ¿No es así? ¿Yo ya no valgo nada para ti? ¡Eres una mujer cruel y despiadada!

Viviana: Cipriano... Nos divorciamos. ¿Ya se te olvidó? Apenas ha pasado un día. ¿Sufres de demencia senil o qué?

Cipriano esbozó una sonrisa amarga, desilusionado por completo.

Viviana le devolvió una sonrisa forzada, como si fuera ella la víctima incomprendida.

Los dos se miraron en completo silencio.

Uno quería dar lástima.

La otra lo observaba con una frialdad que cortaba como cuchillo.

Cipriano giró la cabeza y, bajo la tensión de todos los presentes que esperaban intervenir en cualquier momento, dejó caer la mano sobre la mesa, giró el, tomó una botella de licor y un vaso.

Los ojos de David se entrecerraron levemente.

—Jefe David, antes no mostré suficiente sinceridad. Me castigaré con tres tragos.

Cipriano sirvió el licor y se lo bebió de un solo trago.

Enseguida la segunda copa. Luego la tercera...

Todos quedaron pasmados.

Creían que Cipriano se lanzaría sobre David, pero en lugar de eso, estaba reconociendo su error.

Dentro de la nueva generación en Altoviento, Cipriano siempre había sido uno de los más arrogantes.

Si no fuera por negocios, seguro ya habría agarrado a David por el cuello y peleado con él al verlo llegar con su exmujer.

Yago, que le había hecho una intensa charla de diez minutos para calmarlo, pensaba: ¿Tan rápido se iluminó y entendió el panorama completo?

Mientras todos se sorprendían de que incluso Cipriano podía tragarse el orgullo por un negocio importante, empezaron a notar... Que algo no cuadraba aquí.

Dijo que se castigaría con tres copas, pero ya iba por la séptima.

—Ya basta, para.