Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! romance Capítulo 157

Resumo de Capítulo 157 : Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate!

Resumo de Capítulo 157 – Capítulo essencial de Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! por Internet

O capítulo Capítulo 157 é um dos momentos mais intensos da obra Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate!, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Arrepentimiento, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.

Viviana dijo con resignación: —En el refrigerador solo hay fruta.

A David al parecer ya le había quedado todo claro.

Viviana pensó que ya no iba a comer, pero... llamó para que le trajeran ingredientes.

¡¿Qué hora era ya?!

¡Acaso cuánta hambre debía tener!

Cuando llegaron los ingredientes y ella terminó de cocinar, ya eran las once.

David devoró todo con mucho apetito.

Viviana lo observaba atenta mientras comía, y por un momento pensó que había subestimado demasiado sus dotes culinarias. Tal vez cocinaba mejor que Enrique… ¡podría conquistar las estrellas Michelin!

11:45 p.m.

Estaba tan cansada que ya no podía más.

No había dormido bien la noche anterior, y aunque había descansado un poco por la tarde, ahora los párpados le pesaban otra vez. Subió apresurada las escaleras, y al ver que David se dirigía al estudio, decidió no preguntarle si necesitaba algo más y se fue a paso alargo directo a su habitación a bañarse y dormir.

Alrededor de las dos de la madrugada.

Viviana se despertó de repente por un gruñido bajo.

Se levantó de golpe, salió al pasillo y vio que la puerta del dormitorio estaba entreabierta, con una luz tenue saliendo de adentro, quizás de la lámpara de pie.

Se acercó y empujó cuidadosa la puerta.

Lo que vio la dejó horrorizada.

David estaba de pie, enfurecido. En el suelo, Margarita, vestida con una bata blanca de encaje translúcido, lloraba desconsolada, tirada en el piso, con el cabello revuelto y desorientada.

Viviana reaccionó enseguida, corrió al baño, tomó una toalla y se la echó encima a Margarita, preguntándole con severidad: —¿Cómo entraste?

Margarita solo sollozaba, sin decir palabra alguna.

No había que pensarlo mucho: seguro fue cosa de Baldomero.

Era uno de los dueños del resort. Si había planeado todo de antemano, no le costaría mucho hacer que alguien entrara sin problema a la villa.

Era un abuso total de poder.

En cosas como mandar mujeres, al menos debería haber consentimiento mutuo, alguna complicidad, mínimo un juego de insinuaciones. David claramente no quería nada, y aun así él insistía una y otra vez: primero intentó drogarlo con quien sabe qué, y al no conseguirlo, mandó a Margarita en plena madrugada.

¿Acaso pensaba que si David, medio dormido, tocaba a alguien, perdería en ese momento el control como una bestia?

¡¿En qué estaba pensando ese Baldomero?!

A Viviana se le heló la sangre.

Su expresión cambió por completo.

No le dio oportunidad alguna de seguir hablando; la tomó del brazo, la arrastró furiosa hasta la puerta y la empujó con fuerza hacia afuera. En su delicado rostro se reflejaba una frialdad cortante, como un viento helado.—¡Regresa y dile a Baldomero que acaba de ganarse la enemistad de la familia Medina! Y tú... más te vale cuidar tus pasos.

Viviana había cambiado de expresión y su mirada era tan aterradora que Margarita quedó paralizada del miedo.

Trató de volver a entrar: —Viviana, Viviana, no le digas al jefe David...

—¡Lárgate de una vez por todas!

Viviana cerró la puerta de un portazo.

No tenía tiempo para perder ni una palabra más con una jovencita tan malvada que, a su corta edad, ya estaba podrida hasta los huesos. Se giró y subió corriendo las escaleras, de vuelta al dormitorio.

En la habitación oscura, David descansaba con los ojos cerrados en una silla reclinable negra al pie de la cama. Una mano blanca como el jade sostenía su frente, y la bata negra que vestía caía larga hasta el suelo, con el escote algo abierto, revelando una gran parte de su pecho, y el cinturón apenas atado...

Viviana ya venía jadeando por la carrera, y al ver a su jefe en una pose tan sensual como esa, el aire se le cortó aún más.

En el ambiente flotaba un leve aroma a licor dulce de cereza. Entonces de pronto vio la botella de agua vacía junto al cabecero... ¡Así que aquella muchachita con cara de influencer había entrado a cambiar el agua en secreto!

¡Maldita sea!

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