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Viviana dijo con resignación: —En el refrigerador solo hay fruta.
A David al parecer ya le había quedado todo claro.
Viviana pensó que ya no iba a comer, pero... llamó para que le trajeran ingredientes.
¡¿Qué hora era ya?!
¡Acaso cuánta hambre debía tener!
Cuando llegaron los ingredientes y ella terminó de cocinar, ya eran las once.
David devoró todo con mucho apetito.
Viviana lo observaba atenta mientras comía, y por un momento pensó que había subestimado demasiado sus dotes culinarias. Tal vez cocinaba mejor que Enrique… ¡podría conquistar las estrellas Michelin!
11:45 p.m.
Estaba tan cansada que ya no podía más.
No había dormido bien la noche anterior, y aunque había descansado un poco por la tarde, ahora los párpados le pesaban otra vez. Subió apresurada las escaleras, y al ver que David se dirigía al estudio, decidió no preguntarle si necesitaba algo más y se fue a paso alargo directo a su habitación a bañarse y dormir.
Alrededor de las dos de la madrugada.
Viviana se despertó de repente por un gruñido bajo.
Se levantó de golpe, salió al pasillo y vio que la puerta del dormitorio estaba entreabierta, con una luz tenue saliendo de adentro, quizás de la lámpara de pie.
Se acercó y empujó cuidadosa la puerta.
Lo que vio la dejó horrorizada.
David estaba de pie, enfurecido. En el suelo, Margarita, vestida con una bata blanca de encaje translúcido, lloraba desconsolada, tirada en el piso, con el cabello revuelto y desorientada.
Viviana reaccionó enseguida, corrió al baño, tomó una toalla y se la echó encima a Margarita, preguntándole con severidad: —¿Cómo entraste?
Margarita solo sollozaba, sin decir palabra alguna.
No había que pensarlo mucho: seguro fue cosa de Baldomero.
Era uno de los dueños del resort. Si había planeado todo de antemano, no le costaría mucho hacer que alguien entrara sin problema a la villa.
Era un abuso total de poder.
En cosas como mandar mujeres, al menos debería haber consentimiento mutuo, alguna complicidad, mínimo un juego de insinuaciones. David claramente no quería nada, y aun así él insistía una y otra vez: primero intentó drogarlo con quien sabe qué, y al no conseguirlo, mandó a Margarita en plena madrugada.
¿Acaso pensaba que si David, medio dormido, tocaba a alguien, perdería en ese momento el control como una bestia?
¡¿En qué estaba pensando ese Baldomero?!
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