Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! romance Capítulo 177

Lorena.

Hacía tiempo que no la veían, seguía tan dulce como encantadora.

Ella le hizo una seña con la mano.—Querida, ven por aquí.

El llamado tan agradable de Lorena atrajo la atención de los demás, quienes también le lanzaron una mirada significativa.

Todos en este lugar estaban al tanto del escándalo entre Viviana y las familias Guzmán y Herrera; sabían mucho más que cualquier cibernauta promedio.

Que se hubiera involucrado con el gerente del Grupo Innovar era todo un logro; ellos también lo habrían intentado, de no ser por el conflicto con las familias Guzmán y Herrera. Hasta habrían corrido a congraciarse con ella.

Pero les aterraba la idea de ofender en cualquier momento a los Guzmán o a los Herrera.

No tomar partido y mantenerse neutrales era la mejor decisión.

La mayoría pensaba lo mismo: no era para nada indispensable ganarse a David a través de Viviana, pero si querías ganarte el desprecio de los Herrera, solo bastaba con mostrarte muy cercano a ella en público.

La verdad a Lorena no le importaba lo que pensaran los demás: para ella, todos eran un montón de cobardes.

Ya había vivido tormentas peores; en su mundo solo existían dos clases los que le agradaban y los que no.

—¡Lorena...!

Viviana la saludó con familiaridad.

Le susurró algo a David y se adelantó unos pasos.

Al ver que Viviana se alejaba, los presentes se entusiasmaron demasiado: era una oportunidad única para acercarse a David, quien casi nunca se dejaba ver en eventos sociales.

Pero para su sorpresa, David también avanzó unos cuantos pasos para seguirla.—¿Por qué caminas tan rápido?

Viviana lo miró con una expresión inocente: no era para tanto, solo iba a platicar un poco con su amiga.

David le insistió una y otra vez: —¿Acaso parezco un jefe del que te avergüenzas?

Viviana se detuvo en seco.

¡Por favor! ¡No digas cosas tan aterradoras como estas delante de todos!

¡La gente va a pensar que te tengo bajo algún hechizo!

Los que estaban cerca alcanzaron a escuchar algo y, de la impresión, hasta se les cayeron las copas.

Viviana sintió que todas esas miradas se posaban sobre ella.

Se sentía como un T. rex... ¿si no, por qué esas miradas tan aterradas?

Lorena la tomó del brazo con orgullo.—Hermana, ¿cómo hiciste para que ese caminito se convirtiera en un campo de golf? ¡Esto es demasiado amplio...

Viviana dijo: —Vamos afuera a hablar.

Lorena le respondió: —Claro que sí...

Ambas salieron a la terraza.

Desde la lejanía, Viviana vio a dos amigos en común que tenía con Cipriano; al verla, levantaron sus copas con una linda sonrisa, pero no se acercaron.

—Eso ya es ganancia,—dijo Lorena dándole una palmadita en el dorso de la mano,—si no fuera por David, ¿tú crees que te tratarían igual que a los de la familia Guzmán o a los Herrera? ¿Levantarían la copa con esa hipocresía? Si no te trataban como si fueras invisible, ya era muestra de buena voluntad.

Así es, sin David allí, era probable que ni una sonrisa le habrían dedicado; si la saludaban, era porque todavía le tenían algo de consideración.

—Estoy aprovechando su influencia.—Viviana sonrió.

—Esta gente es más astuta que el hambre, tampoco se les puede culpar. ¿Quién sabe si el día de hoy hay algún soplón por ahí de los Guzmán o de los Herrera? Mira allá...—Lorena levantó la barbilla en dirección a una mujer con blusa morada,—¿La ves? Si ves esa es uno de ellos.