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David se inclinó y le preguntó en voz baja: —¿Qué significa eso de tener un destino?
Viviana miró de reojo a la chica que caminaba delante de ellos, se cubrió los labios con la mano y le respondió en un ligero susurro: —Todo gracias a que yo solté la plata.
—¿Qué plata?
David preguntó como si no hubiera escuchado bien.
Viviana repitió de nuevo: —Como escuchaste.
—¡¿Qué escuche?!
—¿...!
¿Estás sordo o qué?
Viviana, sin palabras, formó un círculo con la mano, se puso de puntillas y se acercó cuidadosa a su oído. Él también se inclinó para colaborar.
Ella prácticamente le repitió la frase palabra por palabra al oído, pegadita a él.
Su aliento cálido, acompasado con cada palabra, le rozaba como una pluma, provocándole un leve cosquilleo.
La nuez de Adán de David se movió apenas.
De repente, giró el rostro hacia ella.
Viviana se encontró de frente justo con su mirada. Ya era difícil caminar en puntillas, y con el tremendo susto, perdió por completo el equilibrio.
David la sujetó con firmeza, rodeándola por la cintura con el brazo. Luego, imitando su gesto, formó un pequeño círculo con la mano y se acercó a su oído para susurrarle con suavidad: —Sabes eres muy lista, millonaria.
A Viviana se le erizó la piel desde la raíz del cabello hasta la punta de los pies.
No supo bien qué le pasó en ese momento. Pero solo sintió que el corazón le latía como loco, alzó furiosa la mano... ¡y de pronto lo empujó con fuerza!
David no se lo esperaba. Se apoyó con la mano en la pared para no caer.
En esa pared había una larga hilera de esferas de cristal. Al tocarlas, se activó un efecto dominó y empezaron a sonar una tras otra.
Viviana, como si quisiera deslindarse e n ese instante de cualquier culpa, se adelantó a toda prisa unos pasos.
Lorena y Teodoro, que venían detrás: ...
¡Tanto que pedía silencio, y él fue el que armó escándalo... y encima de todo, por andar de coqueto!
Aunque claro, no se atrevían a decirle nada.
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