Resumo de Capítulo 195 – Borracho y Atrevido: ¡Besé a un Magnate! por Internet
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Cuando estaban a punto de llegar justo frente a ellos, el auto de repente aceleró y se lanzó hacia Viviana.
Viviana dio un paso atrás de forma instintiva.
Su espalda chocó con Cipriano, que venía persiguiéndola.
Él la abrazó fuerte y la protegió contra su pecho mientras retrocedía... Por su culpa, ella, que había retrocedido bien por sí sola, perdió el equilibrio por su abrazo, y ambos de repente cayeron al suelo.
El coche que se lanzaba hacia ella fue detenido por otro vehículo que lo alcanzó y lo obligó en ese instante a frenar.
—¡Vivanita!
Rosa, aterrada, corrió desde atrás, levantó a Viviana y aprovechó el caos que había para patear a Cipriano.
Cipriano asustado le lanzó una mirada fulminante a Rosa, se levantó e intentó tocar a Viviana.—¿Estás bien?
—¡Lárgate de aquí!
Viviana esquivó su mano.
De los dos coches que se habían detenido a un lado, descendieron enseguida dos personas.
Susana y Teodoro.
La que corría desesperada hacia Viviana era Susana, y quien había detenido el coche era Teodoro, que desde la noche anterior había estado siguiéndolas muy de cerca, y también había sido él quien las había llevado a la comisaría.
En ese instante, Susana se acercó enloquecida a Viviana, con una mirada feroz y frenética.—¡Ramera, después del divorcio aún quieres seducirlo!
Justo cuando levantó la mano, Teodoro la agarró por la muñeca y la apartó furioso.
Cipriano también se puso apresurado frente a Viviana, adoptando una postura protectora hacia ella.
Viviana, impasible, se apartó de él.
Su falso interés era más repugnante que la locura de Susana.
—¡Susana, qué ibas a hacer! ¿No te dije que no la tocaras? ¡Si la tocas, te mato! ¿Qué me prometiste?
Los ojos de Cipriano brillaban con un odio enceguecedor, casi deseando estrangularla.
No había ni una pizca de emoción en su mirada, solo un rechazo extremo que no podía deshacerse de ella, mezclado con algo más profundo y turbio.
Viviana estaba sin palabras.
¡Que Dios envíe un rayo para fulminar a estos dos locos!
Empezaba a sentir que en realidad se estaba enfrentando a dos completos estúpidos que ya podrían estar en un manicomio.
La verdad ya no podía más.
Cuando alguien se queda sin palabras por completo, ni siquiera siente que vale la pena insultar a la gente.
Viviana dio dos pasos y luego levantó la mano, señalándolos.—Ustedes... ¡usen un super pegamento y péguense, no se separen nunca, como si fuera para el bien de la humanidad, para purificar el aire!
—¡Me estás insultando...!
Susana la miró furiosa, pero luego sonrió.—Ya sé que no te resignas a perderlo, siempre te dije que él sería mío, y ahora ya no tienes nada. ¡Yo gané!
Viviana la acompañó con una sonrisa sarcástica.—Sí, sí, lo perdí todo, ganaste, sabes te lo regalo con moñito incluido.
La actitud despectiva de Viviana hizo que Susana rechinara los dientes.
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