Michael Hall
Tenía la sensación de estar viviendo una pesadilla, cuando escuché esos comentarios y luego los vi en las redes sociales, rogué en mi interior para que Sarah no viera esas imágenes, hasta que yo no conversara con ella, porque estaba seguro de que eso la destrozaría, como seguramente me sentiría yo, si estuviera en su lugar.
Pero al escuchar ese mensaje, lamenté profundamente no haberle atendido el teléfono, porque ahora tenía la certeza de que me había ocurrido lo peor que podría haberme pasado. En ese momento repicó, pero el número de la pantalla no se reflejaba.
Lo atendí de inmediato y la voz de una furiosa Tarah se escuchó al otro lado de la línea.
“Dame una sola razón para no decirle a Alexis Kontos, que te mande un misil para que acabe contigo, pedazo de imbécil ¿Sabes lo que has hecho?”, dijo notoriamente enfadada, mientras yo no ni siquiera podía encontrar mi voz, ni para pedir perdón.
La voz de mi hermana, Tarah, era un torbellino de furia y preocupación. Su tono cortante y las amenazas implícitas me hicieron sentir miserable.
Tarah Kontos.
Después que hablé con mi amiga, respiré profundo, esperando que ellos pudieran resolver sus problemas. En ese momento el bebé en mi vientre se movió con energía y yo lo acaricié con suavidad, mientras pensaba en mis próximos planes, aún no aparecía Max con Emma para hacerle la prueba de ADN, y a Gregory se le había escapado Lissa.
—Ay, Dios, estos hombres cada vez nacen más brutos, ojalá mi pequeño Paul, no salga con el gen idiota que al parecer tienen todos los hombres, bueno Zachary, Lawson, Levi y Michael no lo tienen, Alexis también lo tiene… —mis palabras se vieron interrumpidas cuando apareció Alexis.
—A mí no me metas en el mismo saco, mi duda era razonable, el idiota del médico me dijo que no podía tener hijo porque era estéril, ni me explicó que era provisional, ponte en mi lugar ¿Qué habrías pensado?
Ante su pregunta me quedé pensativa y quizás tenía razón, él estaba seguro de que era estéril y no me conocía, así que llegué a la conclusión que no lo tenía.
—Está bien, ojalá mi niño salga como su padre, Zachary, Michael… —no me dejó continuar hablando porque me interrumpió.
—Bueno… deberías sacar a Michael, ¿Acaso no te has enterado?
—¿De qué debo enterarme? —pregunté sintiendo que las noticias que me iba a dar Alexis no eran buenas.
—Amor, mejor siéntate, y por favor ten calma al escuchar lo que te voy a decir —escuché a Alexis titubeante.
—¡Por Dios hombre! Deja de dar tanto rodeo y dime ¿Qué está pasando? —pregunté, él suspiró profundo.
—No te lo diré, mejor ve por ti misma —pronunció y me pasó el celular.
En el momento que vi el contenido casi caigo de cul0 en el piso.
—¡Ese bruto animal! ¡Es que lo mato! —exclamé.
Enseguida le marqué a Sarah, para hablar con ella, porque no podía imaginarme lo destrozada que debía estar, pero marqué varias veces, tanto su número de la casa como del celular y no recibí respuesta. Decidí llamar a Michael y cuando me atendió, casi lo mat0, se me salvó porque no lo tenía al frente.
“Tarah, hermana, por favor, escúchame. No sé qué pasó, pero te juro que no tenía conciencia, esa mujer me drogó. Y aquí estoy en el hospital tratando de hacerme unos análisis que lo demuestren” explicó en tono urgente, con voz temblorosa, como si estuviera confusión.
Luchaba por mantenerme centrado mientras los minutos parecían eternos. Mi mente era un torbellino de pensamientos, culpándome por no haber contestado el teléfono de Sarah, rogando para que ella estuviera bien a pesar de todo lo que había visto en las redes sociales.
Las imágenes y los comentarios maliciosos aún se agolpaban en mi cabeza, atormentándome con cada recuerdo borroso de la noche anterior. No tenía claridad sobre cómo había terminado en esa situación, y el miedo de perder a Sarah para siempre se mezclaba con mi desconcierto.
Finalmente, los resultados estuvieron. Me puse de pie de inmediato, sintiendo que mi corazón latía con fuerza.
—Señor Hall, hemos completado los análisis —comenzó el médico, su tono revelaba cierta seriedad—. Hemos encontrado rastros de drogas en su sistema.
Moví la cabeza de arriba abajo, intentando asimilar la información, pero el miedo y la confusión seguían presentes.
—¡Lo sabía! —exclamé.
El médico frunció el ceño y le expliqué lo sucedido, al terminar me miró con comprensión.
—¿Quiere que le prepare un informe? Porque usted está en todo su derecho de presentar la denuncia ante las autoridades, los análisis determinaron dos tipos de sustancias, una estimulante en dosis baja, pero una que produce somnolencia, esto es peligroso porque genera un conflicto en el sistema nervioso, causando estrés adicional al cuerpo y aumentando el riesgo de efectos secundarios graves, como taquicardia, presión arterial alta o baja, ansiedad extrema, confusión, mareos, problemas respiratorios e incluso un coma en casos extremos. Lo que le han hecho es poner en grave riesgo su salud. Le aconsejo que ejerza todo el peso de la ley sobre estas personas.
—Deme el informe doctor, voy a presentar la denuncia, este delito que cometieron, no puede quedar impune y voy a llevarlo hasta las últimas consecuencias —sentencié mientras el médico asentía.

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