Castigado por su amor romance Capítulo 1001

En ese momento, Lincoln de repente se arrodilló ante el Viejo Amo Shaw y dijo, mientras lloraba con rabia: "Viejo Amo Shaw, hay algo que te he estado ocultando".

El Viejo Amo Shaw preguntó sorprendido: "¿Qué es?".

"Yo... Antes de conocer a la madre de Selene, yo era un hombre pobre", dijo Lincoln apenado.

El anciano respondió: "Sí, ¿y qué más?".

“En ese momento, estaba desempleado y no tenía un lugar fijo para vivir. Me estaba quedando en un hotel barato. Salía a conseguir trabajo durante el día y luego regresaba a descansar por la noche”.

“Ese hotel era como un dormitorio grupal, éramos seis personas durmiendo en una misma habitación. Una noche, acompañé a un cliente y regresé muy tarde después de beber.

Entonces, sin esperarlo, encontré a una mujer durmiendo en mi cama”.

Lincoln se mostró muy tranquilo mientras inventaba toda esta tontería.

El Viejo Amo Shaw se quedó sin palabras y desconcertado por lo que estaba escuchando.

“No sé de dónde llegó esa mujer, y no sé por qué estaba durmiendo en mi cama. La ahuyenté en ese momento, pero ella no se fue. Ella dijo que podía servirme por una noche y solo me cobraría cinco dólares”.

“Mi mente no estaba en sus cabales en ese momento, así que no sé cómo, pero estuve con esa mujer en mi cama esa noche. Cuando recuperé la sobriedad al día siguiente me enteré de que la mujer resultó dedicarse a ese tipo de cosas".

El anciano miró a Lincoln confundido. "¿Cuál es tu intención al contarme asuntos de tu pasado mientras que mi nieta está tan enferma?".

Lincoln levantó la cabeza y apretó los dientes, luego continuó diciendo: “Esa mujer se fue después de tomar mis cinco dólares. Sin embargo, regresó tres meses después y me dijo que estaba esperando un hijo mío”.

Los ojos del Viejo Amo Shaw se iluminaron como si de repente se hubiera dado cuenta de algo. "¿Estaba embarazada?".

Lincoln asintió. “Ella quería casarse conmigo, pero yo no. Luego me chantajeó por dinero. Solo había empezado a trabajar y no quería alquilar un lugar propio. Me bastaba con dormir en dormitorios. Entonces, ella me pidió diez mil dólares”.

“Se fue después de chantajearme con los diez mil dólares, y desde entonces no he tenido noticias suyas. En ese momento, solo pensé que no tuve suerte. De ahí en adelante, aprendí de mi error y alquilé un lugar para quedarme solo, sin importar lo pobre que fuera”.