Castigado por su amor romance Capítulo 101

El hombre se rio fríamente. “¿Sabías que te estaba esperando?”.

Sabrina se quedó sin palabras.

Ella no tuvo tales pensamientos.

Solo estaba nerviosa, sin saber cómo la trataría él de ahora en adelante. No tenía sentido huir. Ella vio en persona como hace unos días este hombre trató a sus enemigos. No importaba a dónde huyera, sabía que después de un tiempo, Sebastian la encontraría.

A menos que tuviera un plan meticuloso.

Si no podía huir, por lo menos podía enfrentarse a él.

Al menos, la Tía Grace todavía la necesitaba.

Ella simplemente quería tranquilizarse antes de hablar.

Eso era lo que estaba pensando Sabrina.

Al verla callada, Sebastian la miró con ojos que irradiaban un brillo malicioso. “¿Fingiste ser honesta, luego fingiste ser lamentable, todo para ganarte mi confianza antes de lidiar con Selene? Tus habilidades actorales son realmente de primera categoría, incluso Selene no podría competir contigo. Su envidia hacia ti es superficial, solo son caprichos de una niña. Sin embargo, tú, por otro lado, ¡tienes planes y conspiraciones tan elaborados!”.

Sabrina dejó escapar una risa vacía y sin emoción. “Así es, desde el banquete del Señor Ford, he sido deshonesta contigo. Me acerqué a la Tía Grace para seducirte. El niño en mi vientre, también quería depender de ti. ¿No admití todo esto antes? Señor Ford, ¿qué es exactamente lo que no he aclarado?”.

Sebastian se quedó sin palabras.

No tenía forma de replicar.

Ella, de hecho, le había confesado todo. Fue después de que ella confesara que él había empezado a tratarla mejor.

Tras una breve pausa, Sebastian continuó, con una voz fría y amarga: “Entonces deberías recordar lo que te dije”.

¡No era absolutamente nada!

Sus pequeños gestos y actitudes de los últimos dos días solo habían sido porque su estado de ánimo estaba un poco mejor.

‘Sabrina, no debiste haberte alegrado tanto por un poco de amabilidad, ni debiste haber dejado que tu mente divagara’.

Ella miró a Sebastian con tranquilidad mientras levantaba la cabeza. “No quiero dar explicaciones. Si cometo un error, pues es así. Lo admito. Me mudaré inmediatamente. No quiero la ropa que me diste. Tampoco quiero la computadora portátil. Me iré ahora mismo”.

“No te preocupes, yo seguiré cuidando a la Tía Grace”.

“Independientemente de lo que suceda entre nosotros, ¿no tenemos todavía un contrato?”.

“Te ayudaré a cuidar de la Tía Grace, y tú me darás el dinero que prometiste”.