Castigado por su amor romance Capítulo 1014

"Mamá, ¿estás aquí o no?".

"Mamá, ¿me estás culpando por no haberte buscado durante seis años, es por eso que nunca sales de tu escondite?".

"¡Mamá, lo siento! Te he hecho mal. Me has amado tanto, pero no pude protegerte. Todos estos años no sé cómo te la has arreglado sola".

"Siempre has estado vagando por ahí, ¿verdad?".

"Mamá, me merezco esto". Sabrina se puso en cuclillas en el suelo mientras sus lágrimas caían.

Muchos peatones en la calle la miraban, pero a Sabrina no le importaba.

Justo en el momento en que Sabrina lloraba con más fuerza, el teléfono que llevaba en el bolso sonó de repente.

Sabrina lo abrió al instante y echó un vistazo. Era Yvonne quien la llamaba.

Hoy era un día normal de trabajo. Sabrina también quería ir a trabajar. Sin embargo, debido a la llamada del Viejo Amo Shaw a primera hora de la mañana, se apresuró a llegar al hospital. Se quedó inconsolable e incomparablemente adolorida, y al mismo tiempo, se había olvidado de ir a trabajar.

En ese momento, cuando Sabrina vio la llamada de Yvonne, se apresuró a secarse las lágrimas y luego habló por teléfono. "Lo siento, Yvonne. Hoy surgió algo urgente, así que no he podido ir a trabajar".

"¿Qué?".

Yvonne dejó escapar una risa y dijo al otro lado del teléfono: "Sabrina, sorprendentemente hay unas cuantas chicas en la empresa que son más jóvenes que yo y que también quieren el pequeño cofre negro que Aino me obsequio. Ya sabes lo que dicen, ¿no?".

El tono de Yvonne sonaba muy emocionado.

Debido a su emoción, no escuchó la tristeza en el tono de voz de Sabrina.

Sabrina tampoco quería que Yvonne se preocupara por ella, así que forzó una sonrisa y dijo: "¡Tienen buen ojo entonces!".

"¡Exactamente!", dijo Yvonne con orgullo. "Sabrina, no lo hubiera sabido sin comprobarlo. Solo puedo culparme a mí misma por ser pobre. Busqué información relevante después de llegar a casa ayer. Entonces, y solo entonces, me enteré de lo valioso que era este pequeño cofre negro. El ébano negro de Isla Estrella es cien veces más costoso que el oro".

Sabrina volvió a forzar una sonrisa. "¿Será que quieres cambiar esta pequeña caja de cofre negro por dinero?".

Yvonne no pudo evitar llorar. "¡Sabrina! ¡Te lo agradezco de verdad! ¡Gracias!".

El tono de Sabrina sonaba cansado. "Yvonne, si no hay... nada más, entonces, colgaré".

Solo entonces Yvonne entró en razón. "Ah, si, antes te encontraba frente de la empresa todos los días, pero, ¿por qué no te vi hoy? No puedes no venir a trabajar, ¿verdad?".

Entre más hablaba, más sospecha Yvonne sentía en su corazón. "Sabrina, el tono en el que hablas no suena bien, tú... ¿Te pasó algo hoy?".

Sabrina fingió reírse de forma tranquila. "Mírate, pequeña fiera sin corazón. Hoy estoy resfriada, así que no voy a ir a la empresa".

Yvonne dijo: "Sabrina, ¿cómo te has resfriado? ¿Fue porque ayer era el primer día de vuelta al trabajo y estuviste demasiado ocupada? ¿O es que no te cuidaste bien durante el periodo que estuviste en Isla Estrella? Sabrina, ¿estás bien? Pediré un permiso más tarde e iré a visitarte a tu casa...".

"Está bien, Yvonne. No es nada grave. No vengas...". En este preciso momento, Sabrina realmente no podía soportar escuchar las palabras de cariño de nadie.

Ya estaba a punto de derrumbarse.