Castigado por su amor romance Capítulo 1062

Sabrina no entendía por qué había tenido aquel sueño. Al despertarse ya no estaba preocupada por caer por el acantilado. Después de todo, fue solo un sueño.

Sin embargo, la triste voz de Jane resonaba en sus oídos. Su voz era tan clara que parecía real. Sabrina sentía atisbos de preocupación en su corazón y sentía que algo había sucedido. Ni siquiera lo pensó, solo tomó su teléfono de la mesita de noche y llamó a Jane. Sin embargo, el teléfono de Jane estaba apagado.

Miró la hora y de repente comenzó a reír. Eran las seis de la mañana. Como ya lo sabía, Jane no trabajaba, por lo que no se despertaría a esa hora. Ella todavía debía estar dormida.

'No importa, no la molestes'. Sabrina pensó que quizás tuvo esa pesadilla porque había estado nerviosa durante los últimos dos días. Incluso si su sueño se hiciera realidad, fue ella quien cayó por el acantilado y no Jane. Por lo tanto, no pensó demasiado en que algo podría haberle sucedido a Jane.

Se levantó de la cama y se metió en la ducha. Después de eso, fue a la sala y vio a Sebastian y Aino en el balcón, regando las flores y las plantas.

“Papá, esta maceta de flores es mía”, dijo Aino.

"Sí", respondió Sebastian con ternura. “Todas las flores aquí te pertenecen. Esta casa también te pertenece. Todo aquí, incluida la próspera compañía, te pertenece a ti. En la familia Ford y en el Grupo Ford, eres la reina y gobiernas sobre todo”.

Cuando escuchó a Sebastian decirle esto a Aino, Sabrina no pudo evitar sonreír, sintiéndose conmovida en su corazón.

“Jejeje, yo soy la Reina…”.

Después de una breve pausa, volvió a decir: "Papá, si todo es mío, ¿entonces qué es de mi mamá?".

Sebastian respondió con un tono burlón: “¡Bah! ¡En ningún momento te olvidarás de tu madre!”.

Sebastian se quedó sin palabras. Sabrina reprimió su risa. Normalmente tenía un ánimo melancólico en las mañanas, pero las palabras de su hija le parecían divertidas. Al escuchar la risa de Sabrina, Aino y Sebastian volvieron la cabeza al mismo tiempo. Entonces, Sabrina gritó: “Chicos, vengan a desayunar. Después de eso, llevaremos a Aino al jardín de infantes y yo iré a trabajar”.

Sebastian tomó la mano de Aino y fueron juntos al comedor. Luego se lavaron las manos para desayunar.

Todo parecía tan conmovedor y tranquilo, como si el Vejo Amo Shaw nunca los hubiera molestado antes. Era como si ningún reportero hubiera obstaculizado la puerta hace dos días.

La familia de tres hablaba y bromeaba. Aino también propuso salir y hacer un picnic el domingo. Justo cuando los tres estaban teniendo una conversación alegre, sonó el teléfono de Sebastian.

Él echó un vistazo y luego atendió la llamada. Su tono fue frío y duro. "¿Ocurre algo?".