Castigado por su amor romance Capítulo 1061

Le dolía todo el cuerpo y no podía ponerse en pie. Se arrastró lentamente mientras las lágrimas corrían por sus mejillas como si estallara. Ella no sabía por qué estaba llorando realmente. ¿Estaba llorando porque iba a morir pronto?

Todo estaba claro entre Alex y ella, él nunca le había prometido nada. Ella fue quien tomó la iniciativa de convertirse en su amante, ¿no fue así? Ella fue quien le prometió que cuando él ya no la quisiera, solo tenía que decírselo. Cuando llegara el momento, ella lo dejaría de inmediato en silencio y nunca lo molestaría. ¿Entonces por qué estaba llorando así en ese momento?

'¡Jane Sheen! ¡Alex no te quiere! Fue bueno para ti que te diera estos casi ocho años de buena vida. Te permitió disfrutar de la vida aparentando ser su esposa rica, disfrutar de ser respetada por los demás y ser mimada. ¿Qué más quieres?'.

'En realidad debiste haber muerto hace mucho tiempo. Precisamente cuando eras una niña, cuando tus padres no te querían y tus hermanos te condenaron al exilio, debiste haber saltado de un edificio y acabar con tu vida. Porque siempre sobras. Y ahora, entre Alex y Lily, también estás de más. Ya no tienes ningún propósito para seguir viviendo'.

'Sin embargo…'.

La figura de Aino apareció de repente en la mente de Jane.

Esa dulce e inocente voz infantil de la niña que le regaló aquella muñeca monstruosa que simbolizaba tener un hijo. Además, también pensó en su amistad con Sabrina. La mente de Jane se llenó de pensamientos sobre lo felices que se veían Sabrina y Aino mientras vivían bajo la protección de Sebastian.

Esa era la vida que una mujer merecía, sin importar si era rica o pobre. ¿No es cierto? Ella también quería algo así. No quería morir. Quería tener un hijo y quería vivir bien.

"Alex... Sálvame... Sálvame".

“Sab… Sabrina, ¿estás… bien? ¿Ya te recuperaste de la fiebre? ¿Aún tienes energía extra para venir y salvarme?”.

“Alex, ¿qué estás haciendo? ¿A donde vas…?”, gritó Lily a todo pulmón detrás de él.

Alex ni siquiera miró hacia atrás. Simplemente encendió su coche y desapareció en medio de la noche. Esa noche no regresó.

Mientras tanto, en otro lado, en la casa de Sebastian y Sabrina, había amanecido hacía mucho tiempo, pero Sabrina había tenido otra pesadilla. Soñó que estaba de pie en un acantilado, muy cerca de caerse. Ella gritó desesperada y pidiendo ayuda.

La persona frente a ella, que vino corriendo a salvarla, era Jane. Jane estaba a solo un paso de distancia, pero Sabrina se cayó por el precipicio.

“¡Ah… Sabrina!”. Jane gritaba a todo pulmón. Sabrina se despertó asustada por esos gritos.