Castigado por su amor romance Capítulo 108

Cuando salieron del hospital, Sebastian se dirigió hacia su coche. Caminaba a grandes zancadas, alcanzando a Sabrina en solo unos pocos pasos. Sin embargo, ni siquiera la miró mientras mantenía el paso hacia el coche.

Sebastian era un hombre extremadamente lógico.

Solo creía en lo que veía él mismo y en lo que escuchaba.

Sabrina definitivamente había empujado a Selene después de gritarle maliciosamente. La había oído decir de su propia boca que quería matar a toda la familia Lynn.

Sabrina tampoco miró a Sebastian. Al pasar junto al coche de Sebastian, ni siquiera se volteó para mirar.

Kingston, que había estado junto al coche, no estaba seguro cuando vio a Sabrina.

Sus labios se habían movido, casi pidiéndole a Sabrina que se subiera al coche por costumbre.

Incluso casi había gritado 'Señora Ford', pero mientras veía a Sebastian entrar al coche, con una expresión solemne, Kingston se detuvo para no decir nada.

Kingston era similar a Grace en el hecho de que él también realmente quería que Sabrina fuera la esposa de Sebastian. Sin embargo, al final, seguía siendo el asistente y guardaespaldas del joven amo. No importaba lo mucho que le agradara Sabrina, él se mantendría leal solo a Sebastian.

Cuando Sabrina se perdió en la distancia, Kingston puso en marcha el coche con pesar y condujo fuera del hospital.

Sabiendo que Sebastian estaba de mal humor, lo miró varias veces mientras estaban en el camino, pero se abstuvo de decir algo.

“¡Solo habla si tienes algo que decir!”, dijo Sebastian con frialdad.

“Joven Amo, la condición de su madre ha empeorado. En el futuro, es posible que ya no tenga familia a su lado en la que pueda confiar, simplemente siento que es demasiado...”. Kingston hizo una leve pausa. “La Señorita Scott es bastante amable. Ella empujó a la Señorita Lynn, pero…”.

Sebastian lo detuvo antes de que pudiera terminar. “¡No dejes que el calentador de manos más pequeño del mundo nuble tus ojos y tu juicio!”.

El coche se detuvo en el estacionamiento. Justo cuando Sebastian estaba a punto de abrir el paquete, Kingston lo detuvo. “Joven amo, permítame”.

Kingston no dudó cuando abrió el paquete.

Había temido que pudiera ser algo peligroso, con la intención de dañar a Sebastian.

Sin embargo, cuando lo abrió, descubrió que contenía un juego de filtros de cigarrillos simple pero de alta calidad, apropiado para un caballero.

Debajo había una hermosa postal.

Sebastian había visto antes esa hermosa y detallada letra. Era de Sabrina.