Castigado por su amor romance Capítulo 1092

Aquella tarde fue la primera vez que la pequeña de tres años y medio conoció a su padre.

El Viejo Amo Shaw salió de la casa con su esposa. Llevaba puesto un traje, y su esposa llevaba un hermoso vestido. La pareja iba muy bien vestida, con un aspecto sofisticado y elegante.

Junto a ellos estaba un niño, de unos siete u ocho años, la familia de tres consiguió que los espectadores se pusieran verdes de envidia.

"Mira, Gloria. Ese es tu Papito", le dijo Goldie a su hija.

“Papito es muy guapo”, dijo la niña.

"Sí, tu padre es guapo y poderoso. Es un buen hombre, justo y correcto. Cuando crezcas, debes ser una hija leal porque él te dio la vida, ¿entiendes?", le dijo Goldie a su hija.

A pesar de que su hija provenía de una familia con una madre soltera, ella nunca cultivó sentimientos de odio en la pequeña, y aunque su padre nunca la visitó, ni la reconoció como su hija, Goldie quería que su hija tuviera una imagen de él como un buen padre.

La pequeña era muy obediente y comprensiva. La pequeña de tres años y medio, le dijo con ímpetu a su madre. "Te entiendo, Mami. Cuando sea grande, amaré mucho a Papito".

"Vamos, cariño", dijo Goldie.

"No, Mami, quiero seguir mirando a Papito. Mira, su coche sigue allí. ¿Podemos irnos cuando él se vaya, por favor?", le rogó la pequeña a su madre.

La oscura y amarga desesperación se apoderó del pecho de su madre, pero, aun así, accedió. Ambas se quedaron de pie a una gran distancia, frente a la entrada de la mansión de la familia Shaw, y observaron cuando el coche salía lentamente por las puertas. Gloria, de tres años y medio, se zafó de los brazos de su madre con una fuerza sorprendente y corrió hacia él.

Mientras corría, movía sus pequeñas manos y gritaba con su dulce y tierna voz: “Papito, Papito, Papito… Amo a mi papito…”.

Detrás de ella, Goldie se había quedado conmocionada, el terror tornó su tez pálida y sin sangre, quería gritar, pero no se atrevía a alzar la voz, pues tenía temor de que los sirvientes de la familia Shaw notaran su presencia.

La pequeña seguía muy feliz, levantó su mano ilesa y secó las lágrimas de su madre.

"Mami, estoy muy feliz hoy. Ya podemos irnos a casa", dijo la niña.

Goldie tomó la mano de Gloria, de tres años y medio, y regresaron a su casa.

Era una casa pequeña, el Viejo Amo Shaw se la compró, pero a pesar de que él lo había hecho con su propio dinero, nunca puso un pie en la casa.

Esa noche, después de que Goldie vendara la mano lesionada de su hija, la niña aún se negaba a dormir.

Goldie le preguntó a Gloria: “Cariño, ¿por qué sigues despierta?”.